De Museo Nacional de Ciencias Naturales, MNCN - CSIC
Museo Nacional de Ciencias Naturales
La expedición de Magallanes y Elcano encontró en su travesía multitud de especies animales desconocidas que el italiano Antonio Pigafetta anotó cuidadosamente en su diario.
Mapa del estrecho de Magallanes (1606) de Jodocus HondiusFuente original: Wikimedia
El diario de Pigafetta
A bordo de la expedición comandada por Magallanes viajaba un excepcional cronista natural de Vicenza.
“Ilustrísimo y Excelentísimo Señor: como hay muchas personas curiosas que no se contentan con solamente conocer y oír contar las grandes y admirables cosas que Dios me ha concedido ver y soportar en mi larga y peligrosa navegación, sino que querrían saber cómo llegué a superarlas, pues no dan fe al éxito de una empresa semejante si antes no conocen el principio (…) decidí experimentarlas por mí mismo e ir a ver aquellas cosas que me pudieran satisfacer y, al mismo tiempo, hacerme con un nombre que llegase a la posteridad.”
Antonio Pigafetta a Philippe de Villiers de l’Isle-Adam, Gran Maestre de Rodas.
Ave del paraíso en fanal de cristalMuseo Nacional de Ciencias Naturales, MNCN - CSIC
Muchas de las descripciones del mundo natural que observó podrían parecer fabulaciones fantásticas propias de los libros de maravillas que escribían viajeros medievales como Marco Polo o Pedro Tafur.
Sin embargo, en la mayor parte, sus comentarios se basaban en la observación directa, por lo cual sus descripciones, aunque puedan parecernos inverosímiles hoy, reflejan claramente la mentalidad y la visión que se tenía del mundo hace 500 años.
Maris Pacifici (1589) de Abraham OrteliusFuente original: Wikipedia
Un mundo en el que cada milla recorrida ofrecía la oportunidad de descubrir cosas asombrosas y prodigios nunca observados.
Un mundo nuevo circunnavegado por primera vez y que, con épicas expediciones como esta, irá desvelando sus misterios poco a poco.
Pez cofre cornudo, pez vacaMuseo Nacional de Ciencias Naturales, MNCN - CSIC
En esta exposición queremos poner en contacto nuestras colecciones históricas con algunas de las especies animales que Pigafetta fue describiendo en su diario.
Para ello, hemos realizado una serie de fotografías de alta calidad en las que se podrá apreciar de modo preciso cada detalle de estas valiosas piezas.
Además, hemos querido incluir varias láminas de la Colección Van Berkhey, una inmensa colección iconográfica conservada en el Archivo del MNCN y ejemplo único del dibujo científico del siglo XVIII, al mismo tiempo que una obra artística extraordinaria.
TiburónMuseo Nacional de Ciencias Naturales, MNCN - CSIC
Tiburón
“Se acercaban a la borda unos peces grandes que se llaman tiburones y tienen dientes terribles y si encuentran algún hombre en el mar se lo comen. Pescamos muchos con anzuelos de hierro, pero sólo los pequeños son buenos para comer, aunque no son gran cosa”.
Los tiburones y los marineros son dos “especies” obligadas a convivir en el mismo hábitat desde los comienzos remotos de la navegación.
Una convivencia difícil, ya que son incontables las historias de náufragos devorados por tiburones, al mismo tiempo que éstos son pescados, muchas veces indiscriminadamente, por el valor culinario que tienen sus aletas en algunos mercados.
Sin duda los marineros, en las largas jornadas en el mar, debían compartir muchas historias de compañeros que tuvieron la mala fortuna de encontrarse cara a cara con ellos.
Colimbo chico (Anterior a 1913)Museo Nacional de Ciencias Naturales, MNCN - CSIC
Colimbo
“Vimos muchas clases de pájaros, entre ellos uno que no tenía culo. Hay otros que cuando la hembra quiere poner los huevos se coloca sobre la espalda del macho y éste los empolla; estos pájaros no tienen patas y viven siempre en el mar".
Las descripciones de Pigafetta pueden resultar en ocasiones un poco vagas. Por ejemplo, no sabemos de ningún ave sin culo, aunque posiblemente se estuviese refiriendo a un ave con una cola muy corta. Más sencillo resulta identificar la segunda especie, que bien podría tratarse de una gavia o colimbo.
Estas aves tienen una línea de flotación muy alta, nadando muy hundidas, y sus patas se encuentran muy atrás, por lo que al levantarse aleteando en el agua dan la impresión de no tener patas. Además, durante las dos primeras semanas de vida, las crías viajan a lomos de sus progenitores, una práctica que también realizan somormujos y zampullines, lo cual podría haber extendido la creencia de que ponían los huevos sobre su espalda.
Tití león doradoMuseo Nacional de Ciencias Naturales, MNCN - CSIC
Tití león dorado
“También tienen unos gatos maimones parecidos a los leones, pero amarillos, que son bellísimos”.
Pese a los estragos del tiempo, esta pieza del museo todavía permite vislumbrar la belleza de estos animales. De hecho, su exotismo y su vistoso pelaje lo convirtieron en un animal de compañía muy apreciado por la aristocracia de los siglos XVI y XVII, apareciendo incluso en sus retratos de corte.
Es el caso, por ejemplo, del retrato de la Infanta Clara Eugenia pintado por Alonso Sánchez Coello a finales del siglo XVI y que se encuentra en el Museo del Prado. En dicho cuadro, Magdalena Ruiz, criada de la corte, sostiene en sus manos dos pequeños monos, uno de los cuales es un tití león dorado que representa las posesiones americanas de la monarquía.
PecaríMuseo Nacional de Ciencias Naturales, MNCN - CSIC
Pecarí
“Tienen cerdos con el ombligo sobre la espalda".
No es de extrañar que Pigafetta confundiese el pequeño orificio que tienen los pecaríes en el lomo con un ombligo, ya que los propios indígenas lo llamaban así.
Unos años después, en 1572, llegaría a Nueva España el médico Francisco Hernández de Toledo para dirigir una expedición científica. Será él mismo quien comprobará empíricamente que dicho orificio era en realidad una glándula que segregaba una sustancia oleosa con un intenso olor a almizcle y no un ombligo como antes se creía.
Espátula rosada (1862/1866)Museo Nacional de Ciencias Naturales, MNCN - CSIC
Espátula rosada
“…y hay también grandes pájaros con el pico como una cuchara y sin lengua".
La espátula rosada (Platalea ajaja) es un ave que llama enormemente la atención incluso hoy.
Resulta muy curioso verlas haciendo barridos en las aguas poco profundas con su pico en forma de cuchara para encontrar alimento. Un pico en cuyo interior sí que hay una lengua, aunque tan corta que apenas se ve. Su dieta, rica en carotenoides, es lo que les da ese color rosáceo, al igual que pasa con los elegantes flamencos.
Pingüino de Magallanes (1862/1866)Museo Nacional de Ciencias Naturales, MNCN - CSIC
Pingüino de Magallanes
“Continuamos costeando por la misma ruta hacia el polo antártico hasta encontrar dos islas llenas de patos y lobos marinos en tan gran número que no se puede explicar; en una hora llenamos las cinco naves. Son de color negro y las plumas son iguales en el cuerpo y en las alas; no vuelan y se alimentan de peces. Estaban tan gordos que no pudimos desplumarlos sino que tuvimos que desollarlos. Su pico es como el de los cuervos".
En las narraciones de muchos navegantes europeos podemos comprobar la importancia que tuvieron las colonias de pingüinos que vivían en las islas del sur de la Patagonia como medio de aprovisionamiento.
Expediciones como las de Magallanes, Drake o Cavendish nos han dejado testimonio de la gran cantidad de pingüinos que capturaron para llenar sus despensas. Algo que les resultaba muy fácil debido a la docilidad de estas aves que nunca antes se habían
topado con los humanos.
Lobo marino sudaméricanoMuseo Nacional de Ciencias Naturales, MNCN - CSIC
Lobo marino
“Los lobos marinos son de diferentes colores, gordos como terneras y con la cabeza igual a la de éstas, las orejas pequeñas y redondas y los dientes largos. No tienen piernas sino que las patas están unidas al cuerpo y se parecen a nuestras manos con uñas pequeñas y con la misma piel que tienen las ocas entre los dedos. Serían muy temibles si pudieran correr; nadan y viven de los peces".
La caza de lobos marinos en la Patagonia Meridional se realizaba desde tiempos remotos, siendo una fuente fundamental de alimento y materias primas para las poblaciones locales.
La llegada de los europeos significó un cambio exponencial que alcanzó su cumbre en los siglos XVIII y XIX, cuando se empezaron a explotar intensivamente las loberías para aprovechar industrialmente el cuero y la grasa de estos animales.
No fue hasta mediados del siglo XX cuando se empezó a reglamentar la actividad y se instauraron las primeras medidas de protección que han salvado la especie de una extinción segura.
Quadro de Historia Natural, Civil y Geográfica del Reyno del Perú (1799) de José Ignacio de Lequanda y Louis ThiébautMuseo Nacional de Ciencias Naturales, MNCN - CSIC
Guanaco
“…se vestía con la piel de un animal hábilmente cosida. Este animal tiene cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y cola de caballo; relincha como este último. Hay muchísimos en esta tierra".
Se cree que los expedicionarios de Magallanes fueron los primeros europeos que avistaron estos camélidos.
Animales casi sagrados para los pueblos indígenas de la zona, cuya distribución estaba muchas veces relacionada con las zonas de cría de los guanacos. Una convivencia sostenible, basada en reglas no escritas como la de no cazar hembras o crías, que cambiaría con la llegada de los europeos.
La caza indiscriminada, la ganadería ovina extensiva y el alambrado de los campos provocó una disminución drástica del número de guanacos, que alcanzó sus cotas más bajas a principios del siglo XX.
Ñandú comúnMuseo Nacional de Ciencias Naturales, MNCN - CSIC
Ñandú
“También se encuentran allí incienso, avestruces...".
Todavía llamado hoy de manera incorrecta avestruz, ya que es el nombre que le dieron los expedicionarios europeos cuando llegaron a América, el ñandú es el ave más grande del continente.
Animal sagrado para muchas culturas de Sudamérica, su imagen se representaba incluso en el firmamento. Los mapuches identificaban la Cruz del Sur, nombre dado por el propio Magallanes a esta constelación, como una huella de ñandú en el cielo, donde la Vía Láctea representaba un campo de cacería y las estrellas alfa y beta centaurii un par de boleadoras.
MaraMuseo Nacional de Ciencias Naturales, MNCN - CSIC
Mara
"...zorros, gorriones y unos conejos mucho más pequeños que los nuestros".
El conejo europeo fue una especie introducida mucho tiempo después en la Patagonia. Quizás nuestro cronista se estuviese refiriendo a la mara, sin duda el roedor más típico de la Patagonia. Sin embargo, la mara es un roedor de gran tamaño, mucho mayor que los conejos europeos.
Otro roedor endémico de la zona es la vizcacha de la sierra (Lagidium viscacia), cuyo aspecto podría ser muy fácilmente confundido por el de un pequeño conejo aún perteneciendo a la familia de las chinchillas.
Idea original: Cristina Cánovas Fernández, Vicedirectora de Exposiciones
Coordinación y textos: José María Cazcarra Barbanoj
Fotografías: Jesús Muñoz Fernández
Citas de Antonio Pigafetta tomadas de: La primera vuelta al mundo: Relación de la expedición de Magallanes y Elcano. Autor: Antonio Pigafetta. Traducción: Isabel de Riquer. Alianza Editorial. 2019.
Han colaborado:
Vicedirección de Colecciones y Documentación
Vicedirección de Comunicación y Cultura Científica
Agradecimientos: Ángel Garvía Rodríguez, Josefina Barreiro Rodríguez, Luis Castelo Vicente, Gema Solís Fraile, Marta Calvo Revuelta, Mercedes París García, Mónica Vergés Alonso, Noelia Cejuela Villagraz, Marisol Alonso Domínguez.
Esta exposición forma parte del proyecto "La primera vuelta al mundo".