El sabor de una época

Carteles publicitarios de alimentación del Museo del Traje.

Oxo (ca.1932)Museo del Traje, Madrid

El Museo del Traje conserva una nutrida y variada colección de carteles que incluye obras de los más importantes cartelistas e imprentas litográficas españolas. Entre estos, los carteles publicitarios de productos alimenticios ocupan un significativo lugar. Pertenecen, en su mayor parte, a los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del XX.

El importante papel que tienen los productos alimenticios en la publicidad de estos años es indicador del bajo nivel de vida de la población europea, que destina la mayor parte de sus ingresos a la compra de alimentos. La situación se agrava en las guerras.

Cinzano (1910)Museo del Traje, Madrid

Estos carteles anuncian productos de todo tipo: desde bebidas alcohólicas, refrescos y aguas de mesa, que se presentan como remedios curativos, a cubitos de caldo, leche condensada y leche en polvo, productos nuevos que se difunden con el nuevo siglo, y que pretenden suplir las carencias nutricionales que sufre gran parte de la población durante estos años, hasta el energético y dulce chocolate.

La selección que presentamos, en la que se encuentran algunos carteles de afamados artistas, como Leonetto Capiello, Jules Chéret y Carlos Vázquez, muestra también una gran variedad en los aspectos formales, técnicos, de procedencia, estéticos, etc. Pero todos tienen en común ser un fiel reflejo de la sociedad de su tiempo y de los distintos aspectos de la vida cotidiana de las gentes a las que intentaban seducir con su mensaje.

Au Quartier Latin (1894) de Jules ChéretNational Gallery of Art, Washington DC

El cartel publicitario

El cartel publicitario, tal y como lo entendemos hoy, nace a finales del siglo XIX como una nueva forma de expresión para dar voz a las inquietudes y necesidades de la moderna sociedad industrial. Hoy, aunque ha perdido su papel protagonista frente a otros medios de comunicación, aún sigue intentando sorprendernos desde los muros y escaparates de nuestras ciudades.

Postcard of the Orient-Express. (1888) de Jules Chéretİstanbul Research Institute

Durante el último cuarto del siglo XIX, y como consecuencia del camino iniciado con la Revolución Industrial, se producen grandes transformaciones socioeconómicas y culturales, patentes sobre todo, en las grandes ciudades europeas.

Entre estas, despunta París, que rebosa vitalidad: los tranvías y algún que otro automóvil circulan por sus nuevas avenidas, y franceses venidos de todos los rincones del país, gracias al ferrocarril, pasean por sus recién estrenados bulevares, reponen fuerzas en sus bulliciosos cafés y disfrutan de los espectáculos de los numerosos locales de entretenimiento.

Élysée Montmatre: Bal Masque (published January 18, 1891) de Jules ChéretThe Museum of Fine Arts, Houston

A lo lejos, el humo de las chimeneas de las fábricas delata la febril actividad que hay en su interior. La luz eléctrica alumbra la ciudad por la noche y por el día la ilumina el color de los numerosos carteles publicitarios de artistas como Jules Chéret, o Toulouse Lautrec, que reclaman desde las paredes la atención de los viandantes anunciando las recién nacidas marcas de productos comerciales y una amplia oferta de actividades y establecimientos de ocio.

Affiche voor de expositie van de serie Elles van Toulouse-Lautrec bij la Plume (1896) de Toulouse-Lautrec, Henri deRijksmuseum

Los adelantos técnicos en la industria del papel y en los métodos de impresión, como la litografía, dan un gran impulso al crecimiento del cartel, así como los concursos de carteles convocados por algunas marcas (Codorniú, o Anís del mono, en España). Los artistas ven en el cartel un nuevo medio de expresión artística y de difusión de su arte y concurren a los mismos, atraídos también por los suculentos premios que ofrecen al ganador.

Además, los carteles se convierten en codiciados objetos de coleccionismo. Las exposiciones de carteles que se suceden en las ciudades europeas también contribuyen al extraordinario desarrollo del cartel, que vive durante los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del XX sus años de esplendor, y que es uno de los principales vehículos publicitarios.

Llet condensada El pagés (ca.1923)Museo del Traje, Madrid

Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento

Como vemos por esta máxima de Hipócrates, la creencia de que existía una relación directa entre salud y alimentación estaba ya presente entre los antiguos griegos. Con la llegada del siglo XX a Europa, y potenciado por las corrientes higienistas del siglo anterior, que relacionaban la salud con todos los aspectos de la vida humana y, por tanto, con la alimentación, la vinculación entre medicina y alimentación se estrecha.

Yoghourt Danone (ca.1940)Museo del Traje, Madrid

Vemos en la prensa y en los carteles de estos años cómo la publicidad de muchos productos alimenticios incide sobre todo en sus propiedades reconstituyentes, estimulantes e incluso curativas. Hay que tener en cuenta que gran parte de la población sufre las consecuencias de la escasez de alimentos y padece de mala nutrición, especialmente los niños.

Glaxo (ca.1910-1930)Museo del Traje, Madrid

En este sentido, la aparición en el mercado de nuevos productos que pretenden paliar los efectos del déficit alimentario supone un grandísimo avance. A la leche en polvo, harinas lacteadas o fosfatadas, cuyo consumo por la población infantil contribuye en gran medida a la reducción de la tasa de mortalidad, se añade la leche condensada y los concentrados de carne en forma de cubito o jugo.

Pastas alimenticias Magin Quer (ca.1900)Museo del Traje, Madrid

Los avances en el sistema de envasado y conservación permiten el desarrollo de la comercialización de estos productos, con lo que aumenta su disponibilidad en aquellos lugares y situaciones en los que se carecía de ellos. Además, el envasado en conserva garantiza la higiene y el mantenimiento de las propiedades del producto. Esto es especialmente significativo en el comercio de la leche en polvo y leche condensada.

Oxo (ca.1932)Museo del Traje, Madrid

En la publicidad de estos alimentos las fronteras entre producto farmacéutico y producto alimenticio se diluyen hasta el punto de que muchos se venden en farmacias.

Además de en sus efectos vigorizantes, la propaganda de los cubitos de caldo y sopas deshidratadas hace hincapié en la comodidad de su uso y en su contribución a facilitar la tarea de la mujer en el hogar, en unos momentos en que esta se estaba incorporando a trabajar en las fábricas para ocupar los puestos dejados por los hombres que estaban en el frente.

Maizena (ca.1932)Museo del Traje, Madrid

Sin embargo, estos nuevos productos procesados requirieron un esfuerzo publicitario para salvar las posibles reticencias que el consumidor pudiera tener y para familiarizarle con su uso.

Para ello se emplearon estrategias varias, como el empleo de tecnicismos o la opinión de médicos para dar credibilidad al producto; se introdujeron recetas en los anuncios o en las etiquetas del producto; se ofrecieron degustaciones gratuitas, obsequios, etc.

Cartel para chocolate (ca. 1910)Museo del Traje, Madrid

Te perdono el mal que me haces por lo bien que me sabes

Y además del buen sabor, tenemos que decir en favor del chocolate que su consumo, gracias a su principal ingrediente, el cacao, proporciona también numerosos beneficios no solo para el organismo sino también para el estado de ánimo.

Chocolates y dulces Matías López (ca.1875)Museo del Traje, Madrid

Ya cuando llega a España el cacao, allá por el siglo XVI, se utiliza como bebida estimulante. Su consumo, como producto exclusivo en un principio, va aumentando y a finales del siglo XIX es un producto sumamente popular en nuestro país, y más aún desde que se comercializa en forma de tableta o de cacao en polvo a principios del XX.

A la divulgación del consumo del chocolate contribuyeron su poder energético y su precio asequible, así como la variedad de marcas locales que lo fabricaban.

Cartel para chocolate (ca. 1910)Museo del Traje, Madrid

Las escenas familiares e infantiles tienen un importante papel entre los motivos empleados en los carteles de chocolates y dulces, si bien estos productos son el alimento favorito de la mayoría de los niños.

El pan con chocolate ha sido durante muchos años la merienda por excelencia de los niños españoles, y los cromos coleccionables con que algunas marcas obsequiaban para incitar a su consumo, uno de sus principales entretenimientos.

Chocolates y dulces La España (ca. 1910)Museo del Traje, Madrid

Recurrir al folclore ha sido una tradición en nuestro país, sobre todo desde mediados del siglo XIX: los carteles muestran un amplio repertorio de escenas y personajes populares que ilustran la riqueza y diversidad cultural de España. La mujer, como no podía ser menos, también está presente, y muchas veces ataviada “a la española”, intentando reclamar con su sonrisa la atención del posible consumidor.

Nescao (ca.1930)Museo del Traje, Madrid

El anuncio de Nescao nos habla de clases sociales, en el que una doncella ofrece dos humeantes tazas de esta bebida a base de cacao.

Anís Kanguro (1899)Museo del Traje, Madrid

Con pan y vino se anda el camino

Este refrán manifiesta la importancia dada a esta bebida por el saber popular, que la considera sustento básico y la sitúa al mismo nivel que el pan. La abundancia de anuncios de bebidas, tanto alcohólicas como aguas, a finales del siglo XIX y durante la primera mitad del XX muestra su papel preponderante en la alimentación.

Aguas de Mondáriz (ca. 1930)Museo del Traje, Madrid

Las aguas minerales y de manantial, como los baños en los balnearios, se ponen de moda desde mediados del siglo XIX; se consideran fuente de bienestar para el cuerpo y se les atribuyen propiedades medicinales y curativas.

También se consumen aguas carbonatadas o seltz, que además facilitan la digestión, y otras aguas con gas, azucaradas o edulcoradas, como la gaseosa.

Naranjina (ca. 1930)Museo del Traje, Madrid

Es popular en España en los años 30 Naranjina, una bebida a base de naranja que se vende como refuerzo vitamínico, muy necesario en estos años de déficit nutricional.

Quinquina Dubonnet (1895)Museo del Traje, Madrid

La publicidad de estos años también atribuye a las bebidas alcohólicas efectos reconstituyentes y digestivos, analgésicos e incluso euforizantes para proporcionar algo de “alegría”a la dura vida.

Los carteles exponen una gran variedad de bebidas: jerez, vino, coñac, anís, licores de hierbas y una amplia gama de marcas, muchas de ellas fabricadas en pequeñas poblaciones.

Codorníu (1897)Museo del Traje, Madrid

Algunas bebidas, como el champagne, están claramente destinadas a una clase social elevada, y la publicidad en la prensa incita a celebrar las ocasiones especiales con su consumo; el cartel de Codorniú, que obtuvo el primer premio en el concurso convocado por esta marca en 1897, así lo refleja. Por otro lado, Licor Obrero no puede dejar más claro con su nombre a quién va dirigido.

Anís Kanguro (1899)Museo del Traje, Madrid

Para llamar la atención sobre estos productos se recurre a una gran variedad de motivos entre los que,sorprendentemente en el caso de las bebidas alcohólicas, no faltan los niños y, no tan sorprendentemente, de nuevo las mujeres (aunque puede que justificadamente en este caso, pues eran las principales consumidoras de algunas de esta bebidas como los vinos y licores reconstituyentes).

Desde la mujer de sinuosos contornos modernistas del cartel Anís Kanguro, la cándida niña de rubios cabellos del agua de seltz La Asturiana, la joven valenciana ataviada con sus mejoras galas de fallera para anunciar Naranjina, hasta la fémina del Anís San Fernando con su pretendido aire glamuroso emulando a alguna estrella de cine, se muestra una gran variedad de representaciones, de las que podemos extraer mucho sobre los modos y las modas de otros tiempos.

Fábrica de conservas Sur (ca.1930)Museo del Traje, Madrid

Dieta y no recetas, y tendrás la salud completa

Otros productos alimenticios que aparecen publicitados en los carteles son las especias y condimentos como el pimentón, muy empleado en nuestro país en diversos guisos y en la elaboración de embutidos y conservas.

Las técnicas de conservación y envasado en hojalata, que se desarrollaron entre finales del siglo XVIII y a lo largo del XIX, permitieron la comercialización de muchos y variados productos alimenticios y la disponibilidad de estos productos en todo tiempo y lugar.

Gra-mil (1920-1930)Museo del Traje, Madrid

El cartel que anuncia el alimento vegetariano, utilizando ¡cómo no! una mujer como reclamo, deja entrever los nuevos hábitos y el modelo de belleza que se ponen de moda a partir de los años 20: un cuerpo atlético, bronceado y esbelto conseguido con el ejercicio del deporte, los baños de sol y la dieta.

Así como en los primeros años del siglo XIX se anuncian con profusión reconstituyentes para robustecer y engordar, en los años 20 y 30 se publicitan preparados farmacéuticos para adelgazar.

Créditos: reportaje

Comisaria: María Navajas
Restauración: Francisco Callejo
Fotografía: Francisco Javier Maza

Basada en la exposición del mismo nombre que tuvo lugar del 8 de enero al 30 de junio 2016 en el Museo del Traje.

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