Lutieres catalanes

Un país de lutieres y de músicos

Así se podría calificar Cataluña cuando repasamos la larga trayectoria de los que crean instrumentos musicales de tipologías muy diferentes.

En esta exposición encontrarán una mirada a diversos sectores de lutieres dentro de la continuidad histórica, para acabar con una aproximación a algunos de los talleres actualmente activos.

Todo un descubrimiento de una profesión artesanal, artística y tecnológica de alta calidad que nos fascina y nos llena de orgullo.

La família de los Boscà es una de las más importantes de toda la historia del órgano en Cataluña.

Empieza a finales del siglo XVII con Josep Boscà, maestro de órganos de la Catedral de Barcelona.

Tres de sus hijos continuaron con la profesión paterna, tenemos documentada la reparación del órgano de Tàrrega por Josep Boscà hijo en 1787.

Antoni Boscà, hijo de Josep, es probablemente el más prolífico de la saga con más de cuarenta órganos construidos por toda Cataluña.

Josep Pujol, nacido en Manresa, era relojero y organero de oficio.

Trabajaba en los órganos de Montserrat (1781-1785), Mataró (1781), monasterio de Santa Maria de Pedralbes (1782), Palamós (1786), y la catedral de Barcelona, en la que en 1789 sustituye a Josep Boscà i Serinyana como maestro de órganos.

Se le conoce sobretodo por el órgano salterio, hecho hacia 1768: un órgano con aspecto de armario, tres registros y un teclado formado por unas varillas de madera dispuestas horizontalmente a modo de salterio.

En la Barcelona de los siglos XVI y XVII los oficios de tornero, cordelero o violero estaban estrechamente relacionados con la construcción de instrumentos musicales.

Con la Revolución Industrial y la liberalización de las profesiones se podía ejercer cualquier trabajo sin necesidad de estar agremiado: símbolo del Antiguo Régimen, los gremios desaparecieron oficialmente en 1836.

El oficio de tornero era una especialidad del oficio de carpintero. Los torneros fabricaban todos los objetos de madera que necesitaban en un torno, especialmente sillas, y los constructores de instrumentos de viento formaban parte de ellos.

En Barcelona la construcción y venta de instrumentos destacó a partir de la mitad del s. XVIII, cuando dejó de estar asociada a los capsers. Las famílias como Xuriach, Pedrosa, Vinyoles, Boisselot, Oms y Bernareggi dominaron el sector.

Las famílias como Xuriach, Pedrosa, Vinyoles, Boisselot, Oms y Bernareggi dominaron el sector y fueron protagonistas de los cambios y nuevas dinámicas del incipiente capitalismo industrial.

El conjunto de flauta y tambor se conoce en Europa desde el siglo XIII y podríamos decir que se trata del primer hombre orquesta de la música occidental.

Se ha mantenido el modelo de flabiolaire solitario para hacer bailes de moda y acompañamiento de danzas, gigantes, figuras y cantos.

Muchos constructores de instrumentos de cobla han fabricado flabiols. Los figuerenses Pere Llantà y Enric Soldevila Catroi, los Reig de Torelló o Joan Fabra de Girona son los históricos y, más recientemente, los Pardo de la Bisbal o Pau Orriols de Vilanova i la Geltrú.

Un cordelero de viola es un menestral que fabrica cuerdas con tripas de animales, especialmente de carnero (el macho de la oveja).

Adquirían las tripas en los mataderos y las limpiaban en los talleres comunes, cerca de las acequias, donde estaban los obradores.

Desde 1324 hay una reglamentación de la calidad de las cuerdas, y logran un gran nivel en el Renacimiento, hasta el punto que algunos expertos coinciden en interpretar las cuerdas «catlines» de los laúdes como «cuerdas catalanas».

Los cordeleros de viola tenían incluso una calle en el barrio del Born de Barcelona, y practicaban un monopolio absoluto.

Por razones prácticas, se situaba al lado de la calle de las carnicerías y muy cerca de la acequia condal. Formaron cofradía con ordenaciones -normas de buen gobierno- del año 1649.

El Museo de la Música de Barcelona conserva la mejor colección de salterios europeos del siglo XVIII.

En el gremio de carpinteros del siglo XVII aparecen los nombres de Rafael Guillamí, Josep Massaguer, Llorenç Artigues, Miquel Bofill, Miquel Escaler, Sebastià Vergés y Pere Alier. Más tarde se integran en el gremio Joan Guillamí y Josep Massaguer (hijo).

Destacados lutieres franceses trabajaron en Barcelona, como es el caso de Nicolas Duclos durante el siglo XVIII, hasta 1765, año en que se fue a Madrid.

Étienne Maire Breton, formado en Mirecourt -la Cremona francesa-, ​llega a Barcelona en 1850 para trabajar como Jefe de taller en los talleres de Agustí Altimira, hasta 1874, cuando este abre su propio taller en la calle Conde del Asalto, actual Nou de la Rambla.

Agustí Altimira trabajó en Barcelona entre los años 1837 y 1880. De hecho, los violines hechos antes de 1854 son considerados obras de Maire y no de Altimira.

Étienne Maire Clarà siguió los pasos de su padre y construyó instrumentos utilizados por los mejores intérpretes, como el violinista Joan Manén.

La casa Ròmul Maristany inicia la actividad en 1870 y toma especial importancia con la venta de pianos y armonios, consiguiendo gran prestigio. Hasta en 1906 estuvo situada en la calle Fontanella y más tarde en la plaza Catalunya.

Los pianos procedían de seis fábricas diferentes de Barcelona y se les ponía la marca Maristany. Vendían todo tipo de productos musicales: rollos de pianola, partituras y libros, además de alquiler y reparación de instrumentos. Estuvo activa hasta 1931.

La casa Joan Ayné también empieza hacia 1870 con talleres y sucursales en Tarragona y en Barcelona (en la calle Ferran VII y en la calle del Call). Destacaba por la fabricación y venta de pianos, armonios y otros instrumentos. También ofrecían clases de música y servicio de edición y venta de partituras.

Francesc Pere España (1793-1877) se establece en Barcelona en el año 1820 viniendo de Les Preses. Construyó guitarras, violines y algunos aerófonos, aunque desconocemos si los instrumentos de viento fueron construidos en el taller o sólo comercializados con la etiqueta España.

La estirpe Montserrat empieza la actividad como tienda de música y distribuidora en 1870, y cerca de 1900 se hace cargo de ella la viuda del fundador Francesc Montserrat, tal como indican las marcas en los instrumentos.

En 1932 registraron una patente para fabricar una variante mejorada del saxofón, y se convirtió así en la primera fábrica española en producir este instrumento. Ya entonces, la fábrica tenía al frente una mujer: Francesca Montserrat i Virgili (1881-1969).

En Barcelona, ​​los constructores de pianos se independizaron del gremio de carpinteros en 1820 y comenzaron a establecer talleres que funcionaban también como distribuidores, tiendas y editoriales.

Algunos de estos talleres, como Chassaigne Frères, acabarían siendo grandes industrias con una producción anual de miles de instrumentos y, también, en salas de concierto donde actuaban los mejores pianistas, orquestas y grupos de cámara: Isaac Albéniz, Enrique Granados, Arthur Rubinstein o Béla Bartók pasaron por la Sala Mozart o la sala Aeolian.

Enrique García (1866-1922) nace en Madrid, hijo del constructor de guitarras Juan García.

Es aprendiz en los talleres Ramírez junto a Manuel y José Ramírez entre 1883 y 1895, cuando decide ir a Barcelona y abrir su taller.

Su estilo influirá en las generaciones posteriores, como Francisco Simplicio, Enrique Sanfeliu o Ignacio Fleta, entre otros.

Francisco Simplicio (1874-1932) nace en Barcelona y empieza a trabajar como ebanista hasta 1919. Gracias a la amistad con Enrique García a los 45 años entra de aprendiz en su taller de guitarrero.

A la muerte del maestro en 1922, Simplicio se hace cargo del taller, utilizando hasta 1925 las etiquetas de Enrique García y firmando como “sucesor y único discípulo de Enrique García”.

Pese a empezar a una edad tardía, es considerado uno de los guitarreros más importantes de la época.

Andreu Toron (1815-1866) presentó en 1849 un nuevo instrumento inspirado en las antiguas gaitas populares: el oboe tenor. Incorporó a la chirimía un mecanismo de trece llaves y un pabellón metálico para alargar su tesitura hacia los graves.

Pep Ventura lo adopta y se pone de moda entre las coblas con el nombre de tenora.

El modelo de Toron fue copiado por constructores como Enric Soldevila 'Catroi' (1861-1943), autor de instrumentos de gran potencia sonora y empleados por destacados tenorista del siglo XX como Albert Martí, Ricard Viladesau o Jaume Vilà.

Con la recuperación de la música antigua, músicos y lutieres volvieron la mirada al pasado.

Grupos como Ars Musicae, pioneros de la llamada ‘música antigua’, interpretaban música medieval y renacentista con instrumentos de época o, cuando menos, facsímiles de los antiguos, construidos a partir de la iconografía o de instrumentos originales, por parte de Ignasi Fleta y Josep Maria Lamaña, entre otros.

Un magnífico ejemplo de ello es la vihuela de mano que Emili Pujol encargó a Miguel Simplicio, construida a partir de la pieza del siglo XVI que se conserva en el Museo Jacquemart-André de París.

Ramon Parramon fundó en 1897 la que se considera la casa especializada en la venda y restauración de instrumentos de cuerda más importante de la historia moderna de Barcelona. Ramon se dedicó a la construcción de instrumentos de cuerda y creó un nuevo instrumento, la viola-tenor.

En 1930 Jacint Pinto, que estudió en Mirecourt, se une a la Casa Parramon y, desde entonces, el taller de la casa centenaria está bajo la dirección de la familia Pinto.

El oficio de lutier sigue vivo actualmente.

Los -¡y las!- lutieres profesionales se forman con el sistema de maestro-aprendiz, o bien fuera de Cataluña, ya que existe formación reglada.

Entre la artesanía y la ingeniería, construyen desde flabiols a órganos de catedral para los estudiantes, aficionados y profesionales de todas las músicas.

Instrumentos artesanales y únicos que miran al pasado y al futuro.