El retrato de Gustav Klimt de Serena Lederer

Serena Lederer (after 1903) de Martin GerlachAustrian National Library

Serena Pulitzer de Lederer (1867–1943) era la esposa del empresario industrial August Lederer. Como muchos otros clientes que encargaban trabajos a Klimt, los Lederer pertenecieron a la clase alta judía durante el período de la monarquía de los Habsburgo en el Imperio austrohúngaro. Entre los bienes de la familia, se incluía una destilería en Hungría, pero vivían la mayor parte del tiempo en Viena. No hay dudas de que Serena y August Lederer estaban entre los principales mecenas de Klimt y, en poco tiempo, llegaron a poseer la mayor colección privada de obras del artista.

Painting "Charlotte Pulitzer" (1915) by Gustav Klimt (after 1915) de Moriz NährAustrian National Library

El retrato de Serena Lederer, encargado en 1899, marcó el inicio de una relación entre el pintor y la familia Lederer que continuó hasta la muerte de Klimt. En efecto, eran amigos, algo que se vio reflejado en el hecho de que Klimt también pintó retratos de Charlotte Pulitzer, la madre de Serena, y de Elisabeth Lederer, su hija. 

Serena Pulitzer Lederer (1867–1943) (1899) de Gustav KlimtThe Metropolitan Museum of Art

Se puede considerar que el retrato de Serena Lederer es una prueba temprana del talento que demostraba Klimt a la hora de pintar mujeres y que, durante los años siguientes, llegó a representar uno de los pináculos de su creatividad. Klimt pinta a Serena de pie, casi en tamaño real y con un largo vestido de seda que cae elegantemente hasta el suelo. Al parecer, Klimt eligió él mismo ese vestido de estilo reforma de entre el costoso y amplio vestuario de la modelo. 

El vestido, de un blanco deslumbrante, cubre por completo los pies de Serena y apenas se puede distinguir del extraño fondo claro y difuso.

Los contornos de la figura femenina están apenas sugeridos y, en algunas áreas, desaparecen completamente en la niebla que envuelve la pintura.

El rostro y el cabello oscuro de la modelo resaltan en un marcado contraste con las tonalidades más claras.

Adele Bloch-Bauer I (1903/1907) de Gustav KlimtNeue Galerie New York

Con un formato modificado, este énfasis inusual en el rostro aislado se repitió en algunos de los retratos posteriores de mujeres que pintó Klimt, como en el famoso cuadro "Adele dorada".

Symphony in White, No. 1: The White Girl (1861-1863, 1872) de James McNeill WhistlerNational Gallery of Art, Washington DC

Durante esos años, Klimt se vio influenciado por los retratos del artista James Abbott McNeill Whistler, quien nació en Estados Unidos, pero vivió en Londres, y cuyas obras se exhibieron en Viena durante esa misma época. A Whistler también le gustaba que en sus retratos reinara una atmósfera nebulosa creada por una decoloración general. 

Por lo tanto, no sorprende que, cuando se mostró por primera vez el retrato de Serena Lederer en la exhibición de la Secesión de Viena, los críticos lo hayan apodado "Sinfonía en blanco" por su semejanza con la obra de Whistler. 

Franz Servaes (1908) de Madame d'Ora, AtelierAustrian National Library

La crítica estaba enamorada de este nuevo estilo. Franz Servaes, famoso periodista y crítico de arte, escribió lo siguiente con motivo de la primera exhibición del retrato de Klimt en 1901: "¡Qué hermosa flor blanca recogió aquí! Y qué rostro más encantador y travieso el que observa a través de los trazos blancos ondulantes, con los rizos negros ingeniosamente despeinados que juegan sin vergüenza sobre la pálida frente. Un aire de la más dulce feminidad flota hacia nosotros. Estoy seguro de que hasta el pincel quedó flechado".

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