Palco: una canción, un estudio, el escenario en el que Gilberto se convierte en Gilberto Gil

Aunque al cantante le encanta el trabajo de estudio y la preparación de álbumes, es en el escenario donde se reencuentra con su público, muestra nuevas canciones, nuevas propuestas y, en particular, muestra al equipo con el que está trabajando en ese momento.

También es en el escenario donde Gilberto Gil muestra su personalidad multimedia, dando discursos, jugando con el público, representando diferentes situaciones. El escenario tiene un poder casi místico sobre el cantautor de Bahía.

No en vano, hacia la década de 1980, cuando se planteó dejar la música, fue el propio escenario el que lo inspiró a escribir una canción de despedida, que terminó siendo la mismísima banda sonora de la renovación de su carrera.

Como parte de la lista de canciones de Luar (A Gente Precisa Ver o Luar), un álbum que Gil lanzó en 1981, "Palco" estuvo en los puestos principales de las radios y llevó al músico de regreso a… ¡los escenarios! Y a toda velocidad.

Hubo diferentes fases en la vida de Gilberto Gil como hombre del escenario. Al comienzo de su carrera, era común asociarlo con la misma guitarra y el mismo taburete que utilizó durante la era de la bossa nova, como lo confirma la portada del álbum "Louvação" de 1967.

Durante la época tropicalista, Gil fue tanto el músico tranquilo que solía ser en la época de las primeras canciones como una estrella del pop acostumbrada a hacer grandes gestos en el escenario, como abrir los brazos y mostrarle la guitarra al público al final de "Domingo no parque".

Fue también en esa época cuando apareció por primera vez la figura del líder de la banda, un hombre que, con o sin sus amigos tropicalistas, subía al escenario acompañado de grupos como Os Mutantes, Leif's y los argentinos Beat Boys (con los que grabó "Questão de Ordem").

El grupo bahiano Leif's, con Pepeu Gomes (que era el bajista de la banda en ese entonces), compartió el escenario con Gilberto Gil y Caetano Veloso en un momento delicado en la vida de los cantantes: el concierto en el Teatro Castro Alves en julio de 1969, pocos días antes de que ambos amigos partieran al exilio.

Fue un espectáculo muy psicodélico, con luces de colores en las paredes del teatro y músicos vestidos al estilo hippie. Más adelante, el espectáculo pasó a formar parte del álbum llamado "Barra 69".

Fogo eterno pra afugentar / Fuego eterno para ahuyentar
O inferno pra outro lugar / Al infierno a otro lugar
Fogo eterno pra constituir / Fuego eterno para construir
O inferno / El infierno
Fora daqui / Fuera de aquí

La temporada en Londres definió a Gil como una "escuela" para los nuevos músicos. El cantante, que solía valorar el formato de guitarra acústica y taburete, pasó a estar rodeado de varios instrumentistas.

Al principio, en 1972, los músicos que lo acompañaban en el escenario eran los mismos que grabaron con él el disco de larga duración Expresso 2222: Perna Fróes (teclados), Tutti Moreno (batería), Lanny Gordin (guitarra eléctrica) y Bruce Henri (bajo).

Los conciertos de Gilberto Gil comenzaron a significar cada vez más el lanzamiento de nuevas canciones, mucho antes de que fueran grabadas, y también improvisaciones increíbles ("Aquele Abraço" llegó a tener una versión de 19 minutos en el escenario en 1972).

Gil, más despreocupado, comenzó a bailar frente al público con sus guitarras eléctricas y acústicas. También empezó a interactuar más con el público.

Un espectáculo de Gil que involucró mucho al público, y se reeditó cuatro décadas después, fue Refavela, de 1977. Nelson Motta lo definió en un artículo del diario O Globo como "un público terreiro bailando en trance".

Según el periodista y productor, Gil dirigió un espectáculo de danza, cuya musicalidad se heredó de los sonidos sobre los que el cantante investigó durante su viaje a Nigeria, ese mismo año. Motta también destacó la "banda bien afinada" y los "recursos de iluminación" modernos que utilizó Gil en el escenario.

Así lo demuestran las grabaciones en vivo de la década de 1970, como el popurrí de "O Rouxinol" (colaboración con Jorge Mautner) y "Que Besteira" (con João Donato), en la que se instaba al público a decir lo que se le ocurriera, mientras Gil improvisaba versos.

Esta versión fue interpretada en 1974 en un concierto, en el teatro Tuca, y solo llegaría al público a través del box set Ensaio Geral, que se lanzó en 1998 con algunas rarezas.

Venho para a festa, sei que muitos têm na testa / Vengo a la fiesta, sé que muchos tienen en la frente
O deus-sol como sinal, um sinal / al dios del sol como señal, una señal
Eu como devoto trago um cesto de alegrias de quintal, de quintal / Yo como devoto, traigo una canasta de alegrías del patio, del patio
Há também um cântaro, quem manda é deusa-música pedindo pra deixar, pra deixar / También hay un cántaro, a cargo de la diosa de la música que pide que se dejen llevar, se dejen llevar
Derramar o bálsamo / Derramar el bálsamo
Fazer o canto cantar, o cantar (lalaiá) / Hacer que el canto cante, el canto (lalaiá) 
(Hay un juego de palabras en los últimos versos, ya que "cântaro", en portugués brasileño, tiene el mismo sonido que "cantar, o").

La influencia de sus experiencias internacionales, especialmente la que vivió en la época hippie de Londres durante su exilio, aparece claramente en "Palco", que termina en un alegre "lá, lá, iá".

"Diría que el verso que habla del 'dios del sol' estaba relacionado con la era de Acuario, y eso de los signos hippies, el signo en la frente, como si ese sol significara un bautismo. Esos muchachos nuevos, seguidores de una nueva idea, soñadores de un nuevo mundo".
 
Gilberto Gil

La gira Doces Bárbaros, que comenzó un año antes, repasó la amistad entre Gil, Caetano, Gal Costa y Maria Bethânia, y aportó nueva información para la presentación escénica de Gil.

Bailaba, tocaba la guitarra y se movía por el escenario, decorado con una enorme bandera creada por Flávio Império, que casi funcionaba como una carpa de circo.

Con el paso de los años, el baile era lo que más se esperaba de los conciertos de Gil, como una comunión del artista con el público.

Sucedió durante las giras de Realce (1978), y Luar (A Gente Precisa Ver o Luar) (1981) o en la presentación del cantante en el Festival de Montreux (1978), impregnada del estilo Refavela y de las influencias del reggae.

La devoción a las orixás también aparecía en su atuendo escénico: realizó el concierto de Montreux vestido de blanco, en honor a Oxalá, y le pidió al percusionista Djalma Corrêa que tocara la tonada de la invocación orixá para abrir el concierto.

La gratitud por lo vivido en los escenarios hizo que Gil nombrara "Palco" al estudio que había construido dentro de su productora, Gege Produções, en 2005.

En sus presentaciones, el público no solo podía bailar, sino también ver la evolución personal de Gilberto Gil en cuanto al aporte de diferentes lenguajes al espectáculo.

Banda Larga Cordel, un álbum de 2008, tuvo una gira en la que se reemplazó la tradicional advertencia "se prohíbe la grabación de video y audio de este concierto sin consentimiento previo" por un amistoso "graben todo lo que quieran y puedan".

"Después de 'Palco', pasé por otras etapas de cansancio, pero nunca más pensé en dejar la música. Sobre todo porque, a partir de cierto momento, no hubo vuelta atrás. Había establecido mi carrera, el campo de mi supervivencia…"

"… Finalmente me había convertido en un profesional de la música y no había otras profesiones en vista para mí. Ya no tenía forma de abandonar la música. Mi único momento radical me dio 'Palco'".
 
Gilberto Gil