La vida a bordo de la Nao Victoria

La réplica de la nao Victoria

En 2004, para conmemorar la primera vuelta al mundo que tuvo lugar entre 1519 y 1522, una réplica de la nao Victoria emprendió de nuevo un viaje alrededor del globo desde Sevilla.

Durante los años 2004 y 2006 se navegaron 26,894 millas y se visitaron 17 países, siendo la primera réplica histórica en circunnavegar la tierra.

La nao se construyó en España en 1991 tras un largo proceso de investigación histórica dirigida por Ignacio Fernández Vidal, su diseñador y constructor.

Acompañemos a la tripulación en este viaje tan especial.

Los marinos españoles navegan los océanos del planeta con la ayuda de instrumentos de navegación de la época, como el astrolabio o la ballestilla, con los que conocen su posición a través de la altura del sol.

Desplegar todas las velas a los vientos que la impulsan a su destino. La Nao Victoria tiene 286 m² de superficie velica en sus 6 velas: mayor, gavia, trinqueta, velacho, mesana, cebadera y sobrecebadera. La velocidad media del barco es de 3,5 nudos.

El temporal se presenta de repente en mitad de la mar. Hay que hacerle frente y capearlo como se pueda, dejar la nao a palo seco, recogiendo rápidamente sus velas y bajando sus vergas.

Ningún objeto suelto que pueda dar bandazos y golpear algún tripulante. Las bombas de achique funcionan sin descanso para desalojar el agua de las olas y la lluvia que trae la tormenta.

Todos los hombres en guardia, precisión y resolución de los mandos. Aguantar y resistir a los elementos, es la única forma de hacerle frente.

"Pequeños", se sienten los tripulantes ante la tempestad del Atlántico. La nao se estremece con los embistes de las olas, el agua barre la cubierta hundiendo la verga de la vela mayor por ambos lados.

La falta de vientos, el calor y la humedad se hacen insoportables en medio de la mar a bordo de estos barcos pintados de brea.

Ni los cubos de agua salada alivian a los tripulantes, que temen el tedio y la calma casi como al temporal.

Tan solo al caer la noche llega la tregua, cuando el sol deja lugar a la noche estrellada.

En la noche se organizan tres grupos de guardias para el gobierno de la nao. El barco no descansa, sigue ganando millas durante la noche.

El resto de los hombres busca acomodo dónde puede en los escasos espacios libres de su cubierta, descansan apenas sobre una fina esterilla.

El silencio se hace en el barco, y los balances de la mar y el crujir de la madera mecen las escasas horas de sueño de los tripulantes.

"Tal vez he llegado tarde para ser el mejor pescador del mundo, pero aún estoy a tiempo para ser el que más me divierta pescando”.

Y es que cuando el Atlántico te brinda la posibilidad de comer fresco y sano después de tres días de arroz, la vida se ve de otra forma, “así que pesca, mucho más si estás en racha porque mañana puede ser que la pesca venga escasa”.

El cruce de Pacífico es una de las travesías más largas sin escala para los navegantes. Un océano que ocupa la tercera parte del mundo, y en el que cabrían todos los continentes del planeta.

La nao Victoria fue el primer barco europeo que lo cruzó en toda su extensión: más 10.000 millas náuticas – 100 días de navegación.

Solo los marineros saben lo duro que puede ser estar aislado, sin alimentos frescos a bordo durante jornadas interminables. La dieta se hace pesada y escasa a medida que se acaban los víveres.

Por eso, cuando se acercan a tierras nuevas, se hace indispensable el intercambio de productos nuevos con sus habitantes: peces, frutas, verduras, alimentos frescos que alivian los estómagos y levantan el ánimo de los hombres.

Tras semanas y meses de navegación, sin más horizonte que los océanos, ¡tierra!

Alegría por acabar la larga travesía, ilusión por un pequeño descanso y pisar al fin tierra firme. Pero a la vez desazón e incertidumbre... ¿qué habrá en aquellas tierras totalmente desconocidas? ¿Cómo serán? ¿Qué encontrarán? Y sus habitantes, ¿cómo los recibirán?