Los dibujos de la cueva de Chauvet

La cueva de Chauvet destaca no solo por el arte que albergan sus muros, sino también por todas las técnicas empleadas y asociadas a las representaciones. Son de una variedad extraordinaria y se adaptan tanto al medio como a la temática. Las técnicas más utilizadas son el dibujo, la pintura y el grabado, lo que indica que eran muy valiosas para los auriñacienses. Además, la preparación de la pared sobre la que iban a trabajar era parte integral de la obra.

Con el descubrimiento de la cueva de Chauvet, se descubre también que los prehistóricos aplican la técnica del sombreado. Este procedimiento confiere volumen y relieve a la representación rupestre, así como diferentes matices cromáticos en función de la naturaleza y la textura de la pared. Primero se marca la pared con carbón y, tras una segunda aplicación, se esparce con el dedo o mediante una herramienta.

Para hacer incisiones en paredes de caliza duras y poder grabar figuras, los auriñacienses empleaban lascas de sílex o fragmentos óseos afilados.

Los paleolíticos usaban los dedos y herramientas, tales como palos o huesos, para raspar la arcilla o grabar figuras, sobre todo en las paredes más elevadas de la cueva.

En la cueva de Chauvet se encuentran figuras compuestas de puntos rojos o palmas de la mano completas en positivo, que los paleolíticos imprimieron sobre la pared después de impregnarlas con ocre.

Los paleolíticos realizaban figuras soplando pigmento sobre la pared, es decir, mediante la técnica de la aerografía. Preparaban el pigmento y lo escupían directamente alrededor de la mano. Empleaban también un tubo hecho de hueso con el que conseguían proyecciones más precisas.

En la sociedad de cazadores recolectores del Paleolítico, el dibujo era un acto cultural de suma importancia. Por un lado, permite expresar creencias encarnadas en animales, símbolos abstractos y, aunque en menor medida, en personas. Por el otro, constituye el resultado de un acto humano simbólico, un acto que se concibe y se prepara con antelación. Por lo tanto, en el arte prehistórico, la recogida y preparación de materiales forman parte de la cadena operativa colectiva. Así pues, el artista debe tener un conocimiento profundo de los materiales y presagia el acto artístico.

Las representaciones rupestres incluyen, sobre todo, animales y símbolos geométricos; las figuras humanas, aunque menos frecuentes, aparecen con trazos toscos. En cambio, el sol, la luna, los árboles, los volcanes o los ríos nunca formaban parte de sus obras. Las figuras elegidas cumplen unas estrictas reglas de composición y asociación, tanto si aparecen solas como si se incluyen en imponentes frescos; ejercían una función simbólica para los paleolíticos. El arte prehistórico es, probablemente, una forma de narración asociada a las tradiciones orales y a la transmisión de conocimientos.

A lo largo de la prehistoria, los humanos han representado figurativamente un total de 20 especies de animales poderosos y colosales. El naturalismo que evocan las ilustraciones no responde a un intento de reproducir una visión real de los paisajes en los que habitaban. En las representaciones predominan los mamíferos de gran tamaño y se les concede un lugar preferente en comparación con la fauna pequeña, la cual es prácticamente inexistente. Además, los prehistóricos dibujaban las especies con las que coexistían, por lo que varían de una época a otra. Los auriñacienses tenían preferencia por las especies peligrosas que nunca llegaron a cazar. En cambio, los humanos de la cueva de Lascaux, casi 15.000 años después, se decantaban por el ganado, el venado y los caballos, animales que cazaban y consumían. Esta evolución podría asociarse a un cambio en la representación de mitos y creencias.

Este importante santuario del Paleolítico se considera patrimonio universal y la primera gran obra de arte de la historia de la humanidad.