Almanaque "Der Blaue Reiter"
Exploración guiada de un cuadro: boceto del almanaque "Der Blaue Reiter" (El jinete azul)
Estudio para la portada del almanaque de Der Blaue Reiter (1911) de Kandinsky, VassilyCentre Pompidou
Almanaque "Der Blaue Reiter" (El jinete azul), 1911
Boceto de la portada del almanaque "Der Blaue Reiter" (El jinete azul)
Acuarela, gouache y tinta china sobre papel, 27,9×21,9 cm
De vuelta a Alemania, Kandinsky se convirtió en uno de los protagonistas de la pintura vanguardista.
En 1911, junto con Franz Marc, creó "una especie de almanaque con imágenes y artículos realizados exclusivamente por artistas".
El objetivo era mostrar que todas las formas de arte (la pintura, la música e incluso las artes populares y los dibujos de niños), por diferentes que fueran, iban en la misma dirección.
Para Marc y Kandinsky, "el arte no es una cuestión de forma, sino de contenido artístico". Así pues, esta crónica de arte contemporáneo también puede leerse a través de su iconografía, que, junto con su discurso narrativo, es significativa.
En el boceto del almanaque, Kandinsky reconstruye sus sensaciones llenas de color mediante una iconografía simbólica, que proviene de un mundo imaginario de fábulas medievales, personajes religiosos y rituales paganos.
El jinete, que evoca el épico mundo de la caballería y la mitología popular, es una referencia a San Jorge, el patrón de Moscú, y, para los chamanes que Kandinsky observó en Siberia, simboliza la entrada a otros mundos.
En 1911, inspirándose en este personaje, el pintor decidió bautizar su proyecto editorial con el nombre Der Blaue Reiter (El jinete azul).
Para Kandinsky, el jinete es una metáfora del artista: "El caballo lleva a su jinete con diligencia y vigor. Pero es el jinete quien guía al caballo. El talento lleva al artista a lo más alto con diligencia y vigor. Pero es el artista quien controla su talento". (Mirada retrospectiva).
En esta página, uno de los 11 bocetos que hizo Kandinsky para la portada del primer almanaque, el jinete aparece en su máximo esplendor, cruzando la hoja de papel igual que el artista franquearía la distancia que le separa del arte que espera ser creado.
