p12_les 3 inventeurs de la grotte chauvet - copie 2Cueva Chauvet - Patrimonio de la Humanidad de la Unesco
Los exploradores
Fueron ellos quienes descubrieron la cueva el 18 de diciembre de 1994. Para entonces, ya eran espeleólogos de reconocido prestigio. En las gargantas del Ardèche se han descubierto varias cuevas, y en algunas de ellas se conservan pinturas del periodo paleolítico.
Eliette Brunel
Procedente de Saint-Remèze, un pueblo cercano a las gargantas del Ardèche. Siempre le interesaron más las "cosas de chicos". Es una apasionada de la espeleología y ha descubierto un centenar de sitios arqueológicos en Ardèche.
Christian Hillaire
Christian se enamoró de la espeleología cuando aún era adolescente. En 1985, participó en el descubrimiento de la gruta de Deux-Ouvertures, un sitio arqueológico excepcional de Ardèche que está clasificado como monumento histórico en Francia. Conoció a Eliette Brunel ese mismo año.
Jean-Marie Chauvet
Procedente de la región de las Cevenas, Jean-Marie es un explorador nato y un experto en espeleobuceo, una disciplina peligrosa. Además, es fotógrafo y cineasta y divulgador de la espeleología.
Encontrar una cueva
Para encontrar una cavidad escondida, los espeleólogos buscan sitios en los que los muros de piedra caliza "respiran". En el invierno, cuando la temperatura exterior es fría, se produce condensación. Cuando esto ocurre, sale aire caliente de dentro de la roca. Este breve fenómeno natural se puede percibir mejor al amanecer, cuando los rayos del sol rozan las paredes de las gargantas del Ardèche. Normalmente, se trata de una oquedad pequeña de menos de un metro cúbico. En muy contadas ocasiones, se descubre algo extraordinario. Eso es lo que ocurrió el 18 de diciembre de 1994.
Una corriente de aire que sale de la pared
El caso de la cueva de Chauvet fue algo diferente. El paso que lleva a la cueva ya se conocía, pero estaba bloqueado. Como ya habían explorado la cueva varias veces, los espeleólogos no tenían muchas expectativas al cruzar esos pocos metros, hasta que descubrieron una corriente de aire. Al encender un repelente de insectos a la entrada de este pequeño túnel, confirmaron sus sospechas: el humo bajaba y salía hacia fuera.
Sin embargo, ya había indicios
Eliette Brunel, Jean-Marie Chauvet y Christian Hillaire habían encontrado indicios del hombre prehistórico en las inmediaciones de la cueva de Chauvet. Concretamente en tres cuevas: Planchard, Charmasson y Vacheresse. En ellas, los tres amigos habían identificado figuras grabadas en la piedra, en particular una figura femenina de unos 20 cm en Planchard (en 1993) y huellas dactilares en Charmasson (a principios de 1994). Estaba claro que por esas cuevas remotas, tan cercanas entre sí, habían pasado los humanos del Paleolítico. A pesar de la corriente de aire, seguían teniendo dudas sobre si el corredor natural llevaría a alguna parte.
Era el 18 de diciembre de 1994…
Había mucha incertidumbre. Varios espeleólogos ya habían dejado de lado ese túnel, ya que no llevaba a ninguna parte y estaba lleno de rocas enormes. Era el momento de hacer la prueba del repelente. El humo iba hacia abajo y era absorbido por el agujero. Ya estaba anocheciendo cuando Jean-Marie Chauvet insistió en que tenían que empezar a desbloquear el túnel.
Trabajando como lo hacían los romanos
Tan solo el espeleólogo más delgado podía pasar por este espacio tan estrecho. Armada de una almádena y un punzón, Eliette Brunel pudo introducirse con los brazos estirados hacia delante y boca abajo. Empezó a desbloquear el túnel. Sus compañeros la sacaban tirando de las piernas. Eliette sacaba un puñado de escombros y volvía a bajar. De este modo, pudieron retirar más de 9 metros de piedras. Los tres espeleólogos destaparon un orificio de ventilación natural que, pensaban ellos, debía llevar a algún sitio.
Un gran vacío
Los espeleólogos buscaban redes de cuevas grandes, desconocidas, vírgenes. Son los equivalentes modernos de los grandes exploradores. Tienen una necesidad innata de conocer y descubrir. Tras unas pocas horas de esfuerzo despejando el espacio, Eliette pudo ponerse de pie al encontrar una abertura natural en el techo. Consiguió avanzar, con el camino iluminado por su linterna frontal. Fuera era ya de noche. Jean-Marie y Christian estaban a la espera. No sabían que Eliette se había detenido. Enfrente de ella veía lo que parecía ser un vacío inmenso. Podía percibir el suelo a unos 9 metros por debajo gracias a la débil luz que emitía su linterna. Apenas podía percibir alguna forma. Su experiencia le confirmó lo que ya sabía por instinto : que ella y sus amigos habían descubierto una cueva.
Oscuridad por todas partes
Tras muchas dificultades, Jean-Marie y Christian pudieron alcanzar a Eliette, que había dado unos cuantos golpes más al muro para ayudarles a pasar por el túnel. Ahora se encontraban ante un gran vacío de oscuridad. Al inspeccionar la cueva con sus linternas, vieron el brillo de unos cristales de calcita. Ahí había algo.
"Jean-Marie, gracias por insistir en que teníamos que seguir esa corriente de aire", dijo Eliette. "Te mereces que lleve tu nombre, ya que fuiste tú quien insististe. Esta podría ser la más hermosa de todas, ¡la cueva de Chauvet! ".
La grotte Chauvet - CBH SARL (1999) (1999-01-01) de CBH SARLCueva Chauvet - Patrimonio de la Humanidad de la Unesco
Como se habían puesto en camino sin plan alguno de descubrir una cueva, los tres espeleólogos volvieron al coche, que estaba aparcado en el valle cerca de Pont d'Arc, para coger equipamiento de exploración. Era de noche y hacía frío. Era una noche de domingo de invierno en Ardèche. Todos tenían que volver al trabajo al día siguiente. Pero querían ver qué había al otro lado de la abertura. Con el poco equipamiento que llevaban, decidieron volver al lugar para abrirse camino.
Dentro de la cueva
De vuelta al agujero de ventilación, Eliette fue la primera en entrar con los brazos por delante. Los tres agarraban la roca para avanzar, impulsándose con los dedos de los pies. Y así llegaron al promontorio. Decidieron quién sería el primero en poner pie en este espacio que parecía inmenso. Jean-Marie llevaba consigo la escalera de espeleología. Fue el primero en descender y esperó a que los otros dos llegaran. Como el espacio era tan grande, los halos de luz de sus linternas no llegaban a iluminar las paredes.
Clip from The Chauvet Cave (CBH, 1999) (1999-01-01) de CBH SARLCueva Chauvet - Patrimonio de la Humanidad de la Unesco
Multicolored speleothemes (2011-01-11) de CBH SARLCueva Chauvet - Patrimonio de la Humanidad de la Unesco
Mientras avanzaban con cuidado, los tres espeleólogos iban descubriendo concreciones majestuosas, una especie de palacio geológico. Su instinto les decía que ese espacio no podía estar aislado. Un espacio tan grande debía tener una prolongación, o "desarrollo espeleológico", como dirían los expertos.
Con cuidado por la cueva
Los espeleólogos se quitaron los zapatos y avanzaron en fila india para evitar pisotear todo el suelo. Se encontraban en una cueva maravillosa. Se les aceleró el pulso al ver los primeros huesos y decenas camas de osos de las cavernas. Esto quería decir que los osos habían habitado el lugar. Evidentemente, debía haber una entrada natural ahora tapada mayor que la que habían descubierto.
"Estuvieron aquí"
Los tres espeleólogos ya habían encontrado vestigios culturales en las cuevas de las gargantas del Ardèche, como pinturas del Paleolítico y objetos de cerámica algo más recientes. Cuando Eliette se separó del resto del grupo, su mirada se detuvo instintivamente en dos pequeñas marcas paralelas de color rojo. Su reacción fue gritar: "¡Estuvieron aquí!". Sus dos amigos se acercaron.
Clip from The Chauvet Cave (CBH, 1999) (1999-01-01) de CBH SARLCueva Chauvet - Patrimonio de la Humanidad de la Unesco
Todos sabían lo que quería decir Eliette con esa frase. Nuestros antepasados habían estado allí. Los tres espeleólogos no se habían visto dado cuenta hasta ese momento de que habían pasado al lado de pinturas paleolíticas en las paredes. Ahora miraban la cueva con otros ojos. Se encontraban en un espacio hasta entonces desconocido, y ahora estaban inmersos en otra época, la de nuestros antepasados del Paleolítico. Y así nació la cueva de Chauvet.
The SMERGC and its partners wish to thank Eliette Brunel, Christian Hillaire and Jan-Marie Chauvet for their collaboration.
The text of this exhibition is adapted from the book written by the discoverers:
La grotte Chauvet-Pont d'Arc et autres découvertes : Ses inventeurs racontent...
240 pages, Editions Equinoxe (20 novembre 2015)
The videos are taken from the documentary "La grotte Chauvet", produit par CBH SARL (1999). All rights reserved.
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