Goya y los toros de Burdeos
Descubre la maestría de Goya en estas litografías conservadas en el Museo de Huesca.
Museo de Huesca
Museo de Huesca
Bravo toro (1825) de Francisco de Goya y LucientesMuseo de Huesca
Goya aprendió la técnica de la litografía en Madrid en 1819, en el taller de José María Cardano. Durante su estancia en Burdeos (1824-1828), en los últimos años de su vida y casi octogenario, siguió trabajando esta técnica consiguiendo perfeccionarla hasta el punto de producir verdaderas obras maestras.
Un ejemplo de su maestría es la serie de Los toros de Burdeos que aquí presentamos. Realizada en el taller de Gaulon en Burdeos, su edición se limitó a cien ejemplares de los que apenas se conservan láminas, convirtiendo las litografías oscenses en obras singulares.
Diversión de España (1825) de Francisco de Goya y LucientesMuseo de Huesca
La litografía es un proceso de estampación química basado en el mutuo rechazo de agua y la materia grasa, que utiliza un soporte poroso –principalmente piedra caliza- capaz de retener ambas sustancias.
Se trata de una técnica que permite apreciar de forma más cercana la maestría y sutileza de la mano del artista. Goya colocaba la piedra litográfica sobre el caballete como si fuera un lienzo, acercándose o alejándose para ver los efectos.
Cubría la superficie con tinta gris y con la ayuda de un raspador trabajaba las zonas luminosas. Utilizaba el lápiz graso para reforzar sombras o dar movimiento a las figuras.
Pasión taurina
La tauromaquia es un tema recurrente en la producción goyesca. Fue un gran aficionado de esta fiesta por la que sentía verdadera pasión, aunque en su obra también abordó un enfoque crítico centrado en la barbarie de la misma.
Bravo toro (1825) de Francisco de Goya y LucientesMuseo de Huesca
Esa dualidad es la que refleja en estas cuatro litografías, donde en la exaltación de su espectáculo favorito muestra una multitud casi circense, inmersa en un ambiente de dolor y sangre que acentúa la intensidad del dramatismo de cada una de las escenas.
El famoso americano Mariano Ceballos (1825) de Francisco de Goya y LucientesMuseo de Huesca
En la litografía "El famoso americano Mariano Ceballos" representa al torero mejicano apodado por su aspecto “El Indio”, famoso por sus hazañas y valor ante el animal.
El torero aparece en el centro de la composición montado en un toro negro dispuesto a clavar el rejón a otro animal. El torero levanta la cabeza, grita, y con el arpón en su diestra se abalanza sobre el toro en una actitud pasmada.
Al fondo, los aficionados contemplan en masa la escena en un alarde de captación de ademanes, gestos, actitudes, ambiente y movimiento.
En esta escena podemos apreciar el magistral manejo del rascador para sacar los blancos, consiguiendo de esta forma destacar el efecto del movimiento del toro.
Bravo toro (1825) de Francisco de Goya y LucientesMuseo de Huesca
La siguiente litografía, "Bravo toro" aborda el tema de la muerte en la plaza. La escena principal de la cogida se desplaza al ángulo inferior derecho equilibrando la composición con la masa del ángulo contrario.
En primer plano observamos la mortal cogida y el caballo que yace en el suelo, donde quedan abandonados el castoreño y la pica.
Un picador hiere a la fiera en su cuarto trasero mientras que cerca aparece un tercero en ademán de alzarse sobre la cabalgadura. Destaca la expresividad y la caracterización de cada uno de los personajes y sus actitudes.
En segundo plano vemos una parte del público detrás de la barrera y en el albero un grupo amontonado tras un picador herido.
Destaca la maestría en la representación del movimiento y de la multitud como masa en la que no se perciben los detalles. En los trazos vigorosos, sombras y claros, es evidente el uso del raspador.
Diversión de España (1825) de Francisco de Goya y LucientesMuseo de Huesca
La tercera litografía, "Diversión de España" refleja la algarabía del festejo. En el centro del luminoso ruedo se hallan cuatro toros, uno de ellos en reposo y los tres restantes en actitud enfurecida.
En primer plano, a la izquierda, un toro responde al quiebro de un aficionado tras el cual se suceden en círculo otros pendientes de él, en actitud de divertimento, de donde viene alusivamente el título de la litografía.
En esta lámina Goya representa de forma soberbia al pueblo llano y sus grotescos rostros que reflejan una mezcla de emoción, coraje e inconsciencia. Una multitud desafiante, exaltada, en pleno divertimento, que rodea a unos toros amedrentados por la masa.
Plaza partida (1825) de Francisco de Goya y LucientesMuseo de Huesca
La última litografía, "Plaza partida", muestra una peculiar disposición de la plaza utilizada en el siglo XIX. El coso taurino aparece dividido en dos semicírculos mediante una valla, pudiendo presenciarse simultáneamente dos lidias.
En algunas ocasiones se procedía a esta compartimentación porque a los festejos taurinos eran muy largos. A la derecha, en una parte de la plaza, observamos al torero terminando la faena y entrando a matar en un momento arriesgado.
En la otra parte de la plaza, a la izquierda, aparece en primer plano un banderillero dispuesto a entrar al toro, al fondo un caballo víctima de la fiesta y un picador dispuesto a montar sobre la silla.
De nuevo, destaca el dominio de Goya en la representación de las masas así como la destreza en el uso de los contrastes de luces y sombras.
El famoso americano Mariano Ceballos (1825) de Francisco de Goya y LucientesMuseo de Huesca
Cada una de estas estampas de la serie de Los toros de Burdeos es fruto del entusiasmo, vitalidad e ilusión por el trabajo que Goya mantuvo hasta el final de sus días.
Lo que en su momento Goya denominó “ensayo litográfico” es considerado hoy por los expertos como una verdadera obra maestra de un genio infinito.
