Muertes y enfermedades en la primera vuelta al mundo

Cinco naves parten de Sevilla el 10 de agosto de 1519. Los supervivientes, regresan tres años más tarde, después de haber dado por primera vez la vuelta al mundo.

La expedición marítima unió, a través del estrecho llamado desde entonces de Magallanes, el océano Atlántico con otro de dimensiones insospechadas, el Pacífico, y puso en contacto diferentes culturas, que protagonizaron intensos intercambios económicos y tecnológicos.

Sin embargo, la travesía no fue fácil. De los 243 hombres que partieron, tan solo 35 consiguieron completar la circunnavegación.

Si atendemos a los números:

Partieron 243 hombres en la expedición, 56 regresaron a Sevilla en la nao San Antonio que desertó en el estrecho de Magallanes, de los restantes, 103 fallecieron y a 49 se les dio por desaparecidos.

De los fallecimientos 80 fueron por enfermedad, 18 por muerte violenta y 5 por ahogamiento.

35 hombres consiguieron completar la circunnavegación, 18 lo hicieron en la Victoria, posteriormente 12 más que quedaron retenidos en Cabo Verde por los portugueses y 5 supervivientes de otra de las naos, la Trinidad que intentó infructuosamente el regreso cruzando de nuevo el Pacífico.

En las naves que parten de Sevilla van embarcados Juan de Morales, físico y cirujano, máxima autoridad sanitaria de la Armada, y tres barberos: Pedro Olabarrieta, natural de Galdakao, Marcos de Bayas, de Sanlúcar de Alpechín y Hernando de Bustamante Carrero, natural de Mérida, este último fue uno de los 18 castellanos que regresaron con la nao Victoria.

A semejanza del ejército, la primera instancia de atención en la armada estaba constituida por barberos que compartían con los cirujanos de mayor preparación técnica la asistencia sanitaria.

El cirujano se instalaba con su ayudante en la enfermería, un espacio en la cala entre pañoles, con literas, un brasero de fuego y sus herramientas, hierros, estopa, huevos, trementina y paños de lienzo como vendas, dispuestos a atender a enfermos y heridos.

La dieta diaria, la ración marinera, contenía 600 gramos de bizcocho (pan cocido dos veces, de larga conservación), 40 ml de aceite, 1 litro de vino y litro y medio de agua, a la que se añadían pequeñas cantidades de otros alimentos como ajos y cebollas, legumbres -garbanzos, lentejas y habas- carne y pescado seco, queso y miel.

El ácido ascórbico , o vitamina C, se encontraba en unos pocos alimentos secundarios – cebollas, ajos – en cantidades insuficientes para evitar el escorbuto sin recurrir a recolectar alimentos frescos a lo largo del viaje.

En el Pacífico

En la travesía del océano Pacífico sufren de escasez de alimentos y el escorbuto hace su aparición.

Así lo describe el principal narrador del viaje, Antonio Pigafetta, en su diario:

"Durante tres meses y veinte días no pudimos conseguir alimentos frescos… Pero la mayor desgracia de todas fue que a algunos hombres se les inflamaron las encías de tal modo que no podían comer y se morían. A causa de esta enfermedad murieron diecinueve hombres de los nuestros, el gigante y un indígena de la tierra de Verzín. Veinticinco o treinta hombres padecieron dolores en los brazos, en las piernas o en otros lugares, de modo que pocos quedaron sanos."

En parecidos términos se expresa otro de los relatores del viaje, el marinero Ginés de Mafra.

El escorbuto es una enfermedad nutricional, producida por la carencia de ácido ascórbico o vitamina C. Esta vitamina se encuentra sobre todo en frutas y vegetales frescos tales como naranjas, limas, limones y fresas, pimientos, cebolla, ajos, patatas o perejil.

El escorbuto causó estragos en todas las armadas durante trescientos años, sobre todo en las largas navegaciones por el inmenso océano Pacífico sin aprovisionamiento de frutas y verduras frescas.

Las reservas de ácido ascórbico se agotaban entre uno y dos meses sin nuevos aportes.

Islas de los ladrones

El seis de marzo descubren las Islas de las Velas Latinas o de los Ladrones, hoy Islas Marianas del Norte, dónde pueden aprovisionarse.

El cronista del viaje, Antonio Pigafetta, lo recoge de esta manera:

"Uno que se encontraba en la gavia que se llamaba Navarro, dijo a grandes voces: tierra, tierra. Con esta subida palabra todos se alegraron tanto que el que menos muestras de alegría mostraba se tenía por más loco, como lo sentirá bien quien en tal estado se ha visto."

Archipiélago de San Lázaro: las Filipinas

Prosiguen su camino y el 7 de abril entran en el puerto de Zebú, en las Filipinas, cuyo reino les han dicho que es el más poderoso de la región:

"Los reyes hicieron que nos trajeran cocos para refrescarnos… una escudilla de arroz con ocho o diez bananas encima."

Desde la salida del estrecho hasta Zebú fallecen 19 hombres, todos de enfermedad.

El desastre de Mactán y Zebú

Una sucesión de desafortunadas decisiones da lugar a una derrota frente a un enemigo peor armado pero muy numeroso.

En la isla de Mactán fallecen ocho personas entre ellos el Capitán General Fernando de Magallanes y varios más son heridos.

No terminan ahí las desgracias, el 1 de mayo se ven sorprendidos por sus hasta entonces aliados en una emboscada en Zebú. 27 hombres fallecen o son hechos prisioneros: "estando comiendo vino sobre ellos mucha gente armada que los mató a todos".

Las Molucas

Con dos solas naves parten los supervivientes, vagan por el mar de Joló, recalan en Borneo y al fin el ocho de noviembre de 1521 consiguen llegara a las Islas del Maluco.

"Hicimos descargas con toda la artillería. No hay que extrañarse de nuestra alegría porque habíamos pasado veintisiete meses menos dos días buscando el Maluco entre aquéllas isla".

Desde Zebú hasta las Molucas han perecido cuatro hombres por heridas de guerra, uno de muerte súbita y otros cinco fueron abandonados a sus suerte en Borneo.

Tornaviaje por el Índico y el Atlántico

El 21 de diciembre de 1521 parte sola la nao Victoria de la isla de Tidore, una de las Molucas, pues una vía de agua se descubre en la Trinidad lo que obliga a descargarla y repararla.

Cargada la nao con el preciado clavo y alimentos frescos, 47 hombres de la armada y 13 indios de Borneo con Juan Sebastián Elcano como capitán, cruzan el mar de Banda hasta Timor y se engolfan el mar Índico.

Dos marineros desertan en Timor.

Cabo Verde

Desde Timor hasta Cabo Verde 15 hombres de la armada y varios de los indios fallecen: "Habiendo partido de la última de aquéllas islas, en cinco meses, sin comer más que trigo y arroz y bebiendo sólo agua… se nos murieron de hambre veinte y dos hombres; por lo cual y la falta de vituallas arribamos a la isla de Cabo Verde".

Doce hombres quedan detenidos por los portugueses en Cabo Verde.

El regreso

El día 6 de septiembre culmina el viaje:

"Entramos en la bahía de Sanlúcar con sólo dieciocho hombres, la mayor parte de ellos enfermos. De los sesenta que habíamos salido del Maluco algunos habían muerto de hambre, otros habían huido a la isla de Timor, otros habían sido condenados a muerte por sus delitos. Desde que habíamos zarpado de aquélla bahía hasta el día de nuestro regreso habíamos dado la vuelta completa al mundo, de levante a poniente".

La primera autopsia descrita en alta mar

Una vez reparada, en abril de 1522, la nao Trinidad parte de Tidore hacia oriente, por el Pacífico, en busca del Nuevo Mundo: Relata el jerezano Ginés de Mafra:

"Corrieron al Nordeste hasta que se pusieron en altura de 42 grados de la banda del Norte... En esta altura se les comenzó a morir la gente, y abriendo uno para ver de que morían, halláronle todo el cuerpo que parecía que todas las venas se le habían abierto y que toda la sangre se le había derramado por el cuerpo".

Esta es la primera autopsia descrita en alta mar.

Los marineros sufren grandes tormentas que los desarbolan y padecen el tormento del hambre y del escorbuto por lo que no les queda más remedio que regresar a las Molucas.

Este es el episodio de mayor mortalidad, con 31 fallecimientos y tres deserciones. Sólo 17 hombres sobreviven y regresan al Maluco donde fueron hechos prisioneros por el portugués Antonio de Brito.

Cinco de ellos, tras penalidades sin cuento van a poder regresar, entre ellos el capitán Gonzalo Gómez de Espinosa y el propio Ginés de Mafra.

Quienes embarcaron en la expedición de Magallanes esperaban, en caso de éxito, ganar riquezas o subir en posición social.

Pero asumían riesgos muy altos y la realidad es que solo muy pocos de ellos lograban volver con vida.