En 1905 se realizó una reforma monetaria: el general Porfirio Díaz Mori sustituyó la leyenda «REPUBLICA MEXICANA» por «ESTADOS UNIDOS MEXICANOS». Se acuñaron piezas en oro de baja denominación (diez y cinco pesos) con ley de novecientos milésimos, que mostraron por primera vez el retrato de personajes históricos. Después de un gobierno de treinta y un años por parte del general Díaz, el 20 de noviembre de 1910 inició el movimiento revolucionario. En el contexto de la lucha armada, el gobierno de Francisco I. Madero y el acenso al poder de Victoriano Huerta, dieron como resultado que la ya inestable economía mexicana tuviera repercusiones en el uso de la moneda. Ante la falta de respaldo de un banco central, los ciudadanos dejaron de emplearla y pronto las haciendas utilizaron como vales, piezas de cobre, hueso, cartón o madera, que la gente denominó tlacos.
Esta época es de gran interés para la numismática mexicana debido a la variedad que circulaba. Líderes revolucionarios como Doroteo Arango y Emiliano Zapata acuñaron sus propias monedas.