Catedral de la Ciudad de México

El emplazamiento de la Catedral de México es contiguo al Templo Mayor de los mexicas, en una de las urbes más importantes y desarrolladas de Mesoamérica. Hernán Cortés ordenó la edificación de una iglesia cristiana en las tierras recién dominadas por España. Con la utilización de materiales de la antigua ciudadela prehispánica habría de levantarse la catedral novohispana por orden del emperador Carlos I y bula del papa Clemente VII. De rápida factura e inestable cimentación en el terreno acuoso de la ciudad, será derribada durante el reinado de Felipe II. Bajo la directriz del alarife Claudio de Arciniega (c 1527- 1593) comenzó a erigirse la más espléndida construcción religiosa de los reinos americanos –dedicada a la Asunción de la Virgen María. La primera piedra fue colocada por el virrey Martín Enríquez de Almanza y el arzobispo Pedro Moya de Contreras.
Varios estilos se suceden en la construcción. A la traza manierista se le agregaron magníficos retablos y capillas –como el Altar de los Reyes de Jerónimo de Balbás–, las torres barrocas con remate de campana de José Damián Ortiz de Castro y el reloj neoclásico con las virtudes teologales, proyectado por el arquitecto y escultor español Manuel Tolsá.
Orgullo y símbolo de identidad nacional, varios artistas como Urbano López, Casimiro Castro o Ignacio Serrano la dibujaron, estamparon o pintaron en la era independiente. En esta obra destacan el ángulo izquierdo del edificio, los campanarios, la fachada lateral poniente y la cúpula terminada por Ortiz de Castro en 1791. Los jardines que rodeaban el atrio –hoy desaparecidos– y los transeúntes del primer plano, dan cuenta de la vida en el México decimonónico. Para la investigadora Elisa García Barragán: Imágenes del pasado quedan fijas en esa catedral, tan sólida como el arraigo de la fe en estas tierras.