Al concluir la Guerra de Independencia, la Junta Provisional acordó seguir con el uso de troqueles virreinales hasta 1822, aunque con la fecha 1821. Agustín de Iturbide otorgó a la numismática mexicana dos bellos diseños en monedas de oro y plata. Luego del triunfo republicano, las casas que eran provisionales se establecieron como foráneas y a éstas se sumaron las cecas de Álamos, Culiacán, Guadalupe y Calvo (sur de Chihuahua), Hermosillo, Tlalpan (entonces capital del Estado de México) y San Luis Potosí.
La acuñación seguiría en oro y en plata con el mismo sistema octaval.