La elección de un lenguaje abstracto, fuertemente geométrico, que a pesar de la rigurosidad formal no renuncia a una retórica personal con un linde en el que todo se transfigura. No hay ya elementos reconocibles sino preguntas, espejos que devuelven la mirada, que la potencian, imbricando narraciones distantes en las que es posible adivinarnos, repensarnos, y así componer otra realidad posible.