Retablo de la Epifanía

Según las fuentes documentales parece que el joven Jaume Huguet se inició en el oficio de pintor junto a su tío Pere Huguet, quien colaboró profesionalmente en el taller tarraconense de Mateu Ortoneda. En 1448 fijó su residencia en Barcelona donde entró en contacto con el "ars nova" realista de influencia flamenca, especialmente de la escuela pictórica de Jan van Eyck, puesto de moda pocos años antes por el pintor Lluís Dalmau con el retablo de la Virgen de los "Consellers" de la capilla de la Casa de la Ciudad de Barcelona, conservado actualmente en el Museu Nacional d'Art de Catalunya. El retablo de la Epifanía es un pequeño retablo de oratorio privado que entró en el Museo Episcopal en una fecha indeterminada de finales del siglo XIX. En la parte superior el arcángel Gabriel, con una filacteria con el inicio de su salutación «Ave gratia plena», se aparece a la Virgen María arrodillada en su escritorio para anunciarle la concepción del Niño Jesús. Debajo está la escena del Calvario en primer término con la ciudad idealizada de Jerusalén en el fondo, con las figuras de Cristo en la cruz, María, san Juan Evangelista y dos donantes presentados por san Antonio Abad y una santa. La huella flamenca de esta obra de juventud de Jaume Huguet se ve con la opción pictórica de abandonar los fondos dorados de las escenas para poder pintar un paisaje tratado de una manera muy detallada, como si fuera una miniatura. Esta misma influencia realista se ve con la indumentaria que llevan los Reyes Magos y su séquito, que van vestidos siguiendo la moda dominante de Borgoña de la época. Destaca la manera como van calzados, con borceguíes de puntas de color negro sobre galochas de madera. La fascinación que provoca la contemplación de esta pequeña obra maestra de Huguet viene dada también por el hecho de que pese al realismo flamenco que domina la obra en ella se aprecia ya el nuevo humanismo naturalista propio del estilo de Huguet, que se caracteriza, según Duran i Sampere, por el tono humanista y de diálogo silencioso que adquieren las figuras.