Pintada por José Sabogal a su regreso de México, Amancaes representa a un grupo de personas reunidas en la pampa del mismo nombre, en plena celebración de la fiesta distintiva de Lima. La escena transcurre frente a la pequeña capilla que se encontraba en la pampa, cuya fiesta por San Juan Bautista —el 24 de junio— marcaba la fecha central de las celebraciones.
Sabogal representa algunas parejas bailando acompañadas por unos músicos, mientras las vivanderas ofrecen comida. A su vez, una mujer ofrece flores a la famosa imagen de la Virgen Dolorosa venerada en la pampa, que fue pintada sobre una peña para —según una tradición— sellar milagrosamente el “volcán de agua” que amenazaba a la ciudad de Lima.
Más que por sus facciones, el pintor caracteriza a sus personajes a través de sus acciones e indumentarias, al tiempo que incluye otro detalle clave para construir la idea de diversidad: el tono de la piel. Pero esta variedad de “colores” se despliega en una ciudad indiscutiblemente criolla: la escena está dominada por el perfil lejano de Lima, cuyas torres relacionamos inmediatamente con el pasado colonial de la ciudad.
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