La pintura es una manera de ocupar espacio, una práctica, un ejercicio intenso y constante. Basuritas es una colección, por ahora expandible, que responde a un sistema de reglas propio. Una escena, por lo general en la vereda, en el suelo, una foto que retrata objetos de manera apresurada, con las limitaciones propias de estar yendo apurada a alguna parte. Las basuritas son un retrato amoroso de objetos desechados, olvidados con descuido o perdidos, la pintura como velo, con los más bellos colores de la podredumbre. La tensión entre lo bello y lo siniestro capta mi atención, me seduce, me convoca a abordarlo en cada proyecto. Mis deseos me han llevado a explorar desde la pintura elementos del mundo de la fealdad, que, con el cuidado, el tiempo, el gusto por el detalle, la técnica, el brillo y la dedicación se resignifican y en esa acción se vuelven bellos.
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