España fue uno de los primeros países en aprovechar las técnicas de conservación en la industria vegetal. Las conservas de pulpa de fruta duplicaban las exportaciones cada año. Concretamente, la pulpa de albaricoque llegó a convertirse en el producto número uno de las conservas vegetales españolas. Viajaba fuera de las fronteras nacionales y se transformaba en mermelada ya en destino, sobre todo en Inglaterra.