Capricho costero con figuras

Francesco Guardi fue conocido por sus múltiples representaciones de Venecia, las cuales vendía en las calles a la nobleza italiana y foránea cuando en época de carnaval visitaban su ciudad. No obstante, exploró otros géneros como el sacro, la naturaleza muerta, el retrato y el capricho.
Esta pieza resulta atrayente por el contraste entre la representación de un paisaje imaginario con una escena muy humilde. En primer plano, se observan construcciones en deterioro con tres personajes que dan la espalda. Este recurso es constante en su obra, quizá para conservar un anonimato que provoque empatía con el espectador. En este óleo permea una actitud de búsqueda en los protagonistas: dos en la orilla encorvados mientras el tercero se asoma en el interior de una casa abandonada. En el fondo, la belleza del paisaje formado por el cielo y el mar reafirman la presencia del hombre, mediante un grupo de veleros que navegan en el lejano horizonte.
El Museo de Castelvecchio en Verona, resguarda un paisaje con los mismos motivos: escombros (léase caprichos), habitantes en el olvido y la profundidad de azules. Estas temáticas de Guardi marcaron una pauta importante en el tipo de representaciones de los artistas del siglo XVIII.
En 2012, Venecia celebró los 300 años del maestro con una exhibición en el Museo Correr de la Plaza de San Marcos. Guardi tardaría en ser reconocido, hasta que el Impresionismo valoró la pincelada en mancha y la nueva generación de artistas admiraban su paleta colorista. El curador de la muestra dedicada al autor, Alberto Craievich comentó que con los caprichos expresa su personalidad. No se limita a hacer simples collages de ruinas de edificios antiguos y modernos. Transporta las composiciones a la laguna. […] Las proporciones son libremente falsas y la perspectiva es elástica.