Tarjetero

Tarjetero con tapas de nácar, la superior con escena bucólica con una pareja sacando un pájaro de una jaula. Lomo de terciopelo granate. Interiormente forrada con muaré rojo y con compartimento para las tarjetas de visita. Cuadernillo interior con escena grabada en su primera hoja representando una dama arrodillada ante una capilla y caballero tras ella. Lápiz de marfil.
Los carnés de baile eran usados por las damas decimonónicas para reservar su turno de baile a los caballeros que previamente se lo habían solicitado. Los bailes eran acontecimientos sociales habituales entre los nobles y burgueses del siglo XIX que periódicamente abrían sus palacios para ofrecer estas fiestas. El baile se regía por unas reglas que todos los invitados conocían, tanto en la indumentaria como en determinadas normas de cortesía; una de ellas era la obligación femenina de llevar un carné de baile en el que, por riguroso orden de petición, debían anotar los nombres de los caballeros que solicitaban un baile. Las damas solían llevar en su bolso estos utensilios, que muy a menudo combinaban la función de agendas y tarjeteros. El intercambio de tarjetas de visita fue una costumbre muy extendida entre las damas de la burguesía y nobleza del siglo XIX, existiendo unas reglas de etiqueta que regulaban el uso de las visitas.
Los materiales con que se realizaban los carnés y tarjeteros eran muy variados. Entre ellos destacan la plata, marfil, carey, hueso, nácar, etc. Muchas veces la utilización de estas materias determinaba el estado civil de su propietaria. Así el nácar era usado por las solteras, mientras que el marfil era llevado por las casadas. Las viudas empleaban el azabache.