Las chapoleras tienen su origen durante el auge cafetero, luego de la Guerra de los Mil Días. La palabra chapolera tiene dos orígenes, por un lado, hace referencia a la chapola, cuando el árbol de café aún está en el almácigo y tiene apenas unas cuantas hojas; por otro, a las mariposas chapoleras, comunes entre los cafetales en épocas de cosecha. A causa de las largas jornadas de recolección la Chapolera por lo general viste un pañuelo anudado a la cabeza para sostener el pelo, así como un sombrero elaborado con paja de iraca.
En general la mujer antioqueña solía vestir un enterizo o una combinación de falda corta pero amplia elaborada en tela de algodón y adornada con boleros; la blusa es de cuello cerrado y mangas largas para evitar la picadura de mosquitos e insectos. Para la recolección del café la chapolera utiliza un canasto elaborado en fibra vegetal; asimismo, la recolectora utilice un delantal de algodón que tiene como objetivo proteger el vestido del desgaste. Al igual que la mayoría de los trajes regionales, la mujer campesina suele tener una enagua blanca bajo el vestido, además de las alpargatas, cuya suela es elaborada en fique trenzado y la capellada es hecha en algodón y telar triangular.