Los españoles nacidos en la Península Ibérica o peninsulares y, en menor medida, los oriundos americanos, criollos, ocuparon un lugar privilegiado dentro de la sociedad. Podían obtener los puestos públicos más importantes y servirse del trabajo de indios y negros. Estos grupos étnicos no permanecieron aislados, ya que pronto el mestizaje empezó a cambiar el panorama novohispano. Ante la escasez de mujeres europeas durante el primer contacto, los conquistadores tomaron indias y de esta unión nacieron los mestizos. Pocos destacaron en el ámbito donde la élite social mantenía la hegemonía; el resto buscó una oportunidad en las ciudades lejanas a la capital o en los centros mineros. Esta situación también fue vivida por los afromestizos, quienes ante la dramática baja indígena, jugaron un papel importante en la dinámica social.
Aquí, los finos pinceles dan cuenta de un paisaje que enmarca a la familia. El niño coyote, de sangre sincrética, juega con su rehilete. Escenas como ésta son un vasto campo de placer estético y de información artística, social, antropológica e histórica. La división en las castas («saltatrás», «no te entiendo», «tente en el aire»…), siempre fue rebasada por una pródiga realidad, como señala la investigadora Eréndira Negrete.