Descubro en el hacer una forma de estar presente en este tiempo complejo, incierto, que se impone. Respetando no comprenderlo todo. Me concentro sobre todo en la pintura y sus tareas que ralentizan el ritmo y me vuelven a la contemplación, en el ejercicio de sostener la mirada. Explorando los límites de la materia y el gesto, hurgando en los rincones donde la luz no es tan clara, ensayando la paciencia, las ganas y las dudas. Insistiendo en la calma previa a la tormenta, la nostalgia, los sueños y los afectos. Esta pintura se tiñe de nuevas preguntas que surgen con mi mudanza a la ciudad de Rosario, me acerco a las dudas de Renzi y me sugiere visitar a Lacámera. Sin tiempo porque ya da igual, su mundo es mío y también de otros.