Esta lámina muestra la introducción del paisaje como marco a un tema por excelencia de los conjuntos conventuales femeninos. Cristo aparece en una estampa bucólica ataviado con sombrero y coronado por dos ángeles. En tonos grises y albos, los corderos se acercan al Hijo del Hombre quien tiernamente acaricia a uno, al tiempo que otro consuela el dolor del estigma de su pie. Uno más, en segundo plano, mira el cayado y el último se confunde con los querubines que contemplan el Santo Rostro.
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