El infructuoso intento de Orfeo por recuperar a Eurídice del Hades

Uno de los pasajes más representados de la mitología clásica en la historia del arte es el que narra las cuitas del poeta Orfeo y su amada Eurídice. Del más delicado Humanismo que transita al Manierismo, Giulio Pippi, il Romano, dibuja el clímax del relato. Se ha avanzado en los Campos Elíseos. Estamos en el averno. El héroe intenta rescatar a su dama. Las sombras envuelven a las figuras y el desnudo Orfeo, de perfecta anatomía, da un paso certero mientras sujeta a Eurídice con su mano izquierda. En un descuido voltea y ella será arrastrada a las sombras perpetuas. Cancerbero –hijo de Equidna y Tifón, y hermano de Ortro– está a punto de morder a la joven. Hades, de mirada desorbitada y como si fuera un sátiro, ya toma sus cabellos. No hay salvación posible. La tinta sepia delinea y condena.
De sus primeros propietarios no tenemos registro. Sin embargo, sabemos que este dibujo preparatorio de herencia de Michelangelo Buonarroti (1475-1564) aparece en el inventario (L.2445) de sir Thomas Lawrence (1769-1830). El también pintor es considerado como uno de los mejores retratistas ingleses. Autodidacta, abrevó en los grandes. Pippi y esta obra fueron maestros silentes.
Fue él quien la bautizara con el sugerente título El infructuoso intento de Orfeo por recuperar a Eurídice del Hades y así pasó con el registro L.2710b a la célebre colección del terrateniente Francis Egerton, primer conde de Ellesmere. Permaneció en su familia hasta el quinto condado y sexto ducado de Sutherland antes de integrar los fondos del destacado político conservador británico Gathorne Hardy, ministro del interior de 1867 a 1868, y Secretario de Estado de Guerra entre 1874 y 1878.
Cuando Robert Gathorne-Hardy la vendió, sugirió que el dibujo podría haber sido el trazo para formar parte de la Eurídice de Pippi en la colección Rizzi, e incluso aquí se aprecian los finísimos puntos del estarcido que facilitan el traslado de la imagen.