Brandeis tuvo su primera formación con el pintor checo Karel Javůrek (1815-1909). Las segundas nupcias de su madre con un véneto hicieron que se mudara a la ciudad de la Laguna. En este óleo representó de manera detallada y realista el símbolo de los últimos momentos de libertad de los detenidos por las autoridades venecianas. Los prisioneros salían con cadenas desde el Tribunal y atravesaban el puente para ir a sus celdas: de allí que lanzaran un «suspiro» frente a su última visión de la ciudad antes de ser recluidos.
En una época en la que la antiguamente llamada Perla del Adriático era un destino obligado para los pintores de todo el mundo, la artista fue acogida por un vasto público del cual recibió múltiples encomiendas. Como la primera veduta del Palacio Ducal que antes fungiera como sede política, corte de justicia y prisión de la Serenísima República.