En 1519, el rey Carlos I propuso celebrar cortes por delegación, enviando una embajada a Valencia presidida por el obispo de Tortosa, cardenal Adrián de Utrecht (después papa Adrián VI), lo que provocaría la indignación de los nobles y de los gremios hermanados. El rechazo a un rey que no había jurado los Fueros y que no convocaba las Cortes, agravaría el malestar social que daría el paso, el año 1520 a la revuelta de las Germanías.