Perteneciente a la vigorosa escuela holandesa de Utrecht, Joost Cornelisz se especializó en cuadros de género. Sus obras se sitúan por lo general en paisajes urbanos, a modo de aldeas o pequeñas ciudades, donde lo anecdótico es el asunto principal del lienzo.
En Festín de pueblo con personas afuera de una posada y otras que juegan la estructura temática está organizada bajo un esquema clásico: una calle principal traza la perspectiva hacia el fondo del cuadro en el que se abre un pequeño paisaje. Así y a través de esta vía apreciamos una gran cantidad de lugareños en distintas actividades: destacan los jugadores que en primer plano, y a la derecha del lienzo, departen alegremente. Todos son gente común. Llama la atención un hombre encorvado que transita por el centro del lienzo con un bastón y un perro. El ambiente es festivo. Familiar. Se trata, en suma, de una interpretación afectuosa e idílica de la vida campesina.
El pintor logra una escena vivaz y colorida que, en aparente caos, está ordenada rigurosamente, siempre con un horizonte lejano y luminoso, y unos efectos típicos de la atmósfera de la Época de oro del paisaje holandés, en la que tendrán su coto expresivo preponderante los árboles y el cielo.
Siguiéndolo, el artista holandés consigue, a pesar de la multiplicidad de acciones referidas, dotar a la obra de una dinámica unidad. Ciertos elementos de dibujo visibles en algunos personajes demuestran la afinidad y conocimiento de este pintor respecto de la Escuela flamenca.
En este bello óleo la tonalidad cromática dominante son las tierras. Como en los Brueghel, el rojo de la vestimenta de algunos aldeanos ofrece una nota vigorosa en un fondo ocre.
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