Azulejo plano pintado que representa a un guerrero a pie entre matorrales. Tiene forma aproximada de cuarto de círculo y está pintado en azul sobre esmalte blanco.
Tras un periodo de importante decadencia del azulejo en la segunda mitad del siglo XVII, a lo largo del siglo XVIII renace con nuevos modelos iconográficos e innovaciones. Entre los usos más comunes de los azulejos planos pintados de esta época podemos destacar, además de su principal uso como zócalos, los azulejos de propio, los de señalización de barrios y calles y los de contrahuellas.
Esta pieza, junto a DO00710A también guardada en el museo, según Gestoso 1904, sirvieron de rinconeras en las celdas del Monasterio de San Isidoro del Campo. Ambas destacan por la soltura de la mano que las ejecutó, utilizando el azul al claroscuro y dentro de los gustos barrocos del momento en el que fueron creadas.