La cátedra y la oración latina inaugurales fueron pronunciadas el 3 de junio de 1553 por el doctor Francisco Cervantes de Salazar (c 1514-1575). Originario de Toledo, estudió cánones en Salamanca y más tarde fue secretario en latín del presidente del Consejo de Indias.
Por recomendación de su acaudalado primo, don Alonso de Villaseca, llegó a México en 1551.
Entre los cargos importantes que ejerció durante el virreinato está el de profesor de Retórica en la propia Universidad y, luego de haber recibido las órdenes sagradas, rector de la misma en dos ocasiones. Entre sus obras más significativas se encuentran Túmulo imperial (exequias de Carlos V) y Crónica de la Nueva España.
El óleo formó parte del acervo del Colegio de Santa María de la Caridad. El personaje sostiene en sus manos un tintero y una pluma; es visto de tres cuartos y en una composición que recuerda la magnífica estampa de Erasmo de Róterdam que hiciera Albrecht Dürer en 1526, o el retrato homónimo de Hans Holbein. De acuerdo con don Gonzalo Obregón, esta imagen del cronista se inspiró en uno anterior, hoy desaparecido. La investigadora Mónica López Velarde apunta: Es en el seno del espacio privado donde el individuo se prepara para afrontar la mirada del otro, donde se configura la presentación de uno mismo en función de las imágenes sociales del cuerpo [...].
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