Si hay una fruta tan consumida como castigada, es el tomate. Por ello el almeriense Francisco Sánchez se ha consagrado a buscar ese sabor explosivo, esa piel fina, esa carnosidad y ese equilibrio entre dulzor y acidez que caracterizan a los mejores tomates. Empezó ensayando con hasta 24 variedades hasta que dio con el santo grial tomatero: el montañés de la Galia.