Al parecer, Vermeer retrató una escena de la alta burguesía en Holanda durante el "Siglo de Oro". Una joven nos sonríe mientras sostiene una copa de vino. Se podría pensar que no se da cuenta de la irritante y angustiosa mirada del caballero que está junto a ella, que aún tiene puesto su abrigo. Le sostiene la mano como si no pudiera esperar a que el alcohol hiciera efecto. El papel del compañero de aspecto despreocupado, que está sentado en una mesa a la izquierda, en el fondo de la habitación, parece desconcertante en esta escena. ¿Está esperando el final de la conversación, ligeramente interrumpida, o no quiere comprometer a la pareja con su ausencia? Por otro lado, el caballero que aparece en el antiguo retrato colgado en la pared presencia la situación como un observador silencioso.
Incluso para compradores contemporáneos de cuadros holandeses, su encanto eran las alusiones ambiguas, producto de combinaciones nuevas de símbolos pictóricos tradicionales. Se ha sugerido ver en la escena simplemente a una joven que tiene un comportamiento refinado. Parece estar bastante orgullosa de su elegancia y de lo bien que sostiene la copa de vino. En realidad, solo usaba su precioso vestido de seda roja en ocasiones especiales: en la vida cotidiana, las holandesas preferían vestir ropa cómoda en lugar de corsés ceñidos con cordones.
Sin embargo, el "maestro" no se comporta adecuadamente. Está infringiendo las normas de la distancia y la reputación de la joven parece en peligro. Los contemporáneos podrían interpretar el limón sin cáscara como un símbolo de la inocencia de los heridos, incluso si en ese momento se bebía vino con jugo de esta fruta. En este contexto, la imagen del cristal de la ventana, que aparece sorprendentemente abierta, evoca la emblemática figura de la templanza, que usa una brida para pedir moderación. Solo si se mira muy de cerca se puede ver a una mujer que sostiene un escudo familiar con cintas que flotan, aunque es probable que Vermeer no haya elegido el motivo al azar. Hace que la joven mire hacia el espectador en lugar de mirar hacia la ventana: ¿su sonrisa demuestra su inocencia infantil o se trata de una jugada arriesgada ante las intenciones del hombre?