Un representante de la tradición de la pintura del trescientos sienés, Lippo Vanni destacó en su entorno por el apego a las formas y porque gozó de varios encargos gracias a la actividad política de su hermano Andrea. A él se atribuyen algunas de las pinturas que decoraron la Catedral de Siena, en el mismo cultivo formal desarrollado por los hermanos Pietro y Ambrogio Lorenzetti (activos entre 1317 y 1348).
En esta tabla, Vanni representa a la Virgen María quien ofrece un seno al Niño Jesús, rodeada por un grupo constituido por dos ángeles y dos santos. Magdalena se presenta en su iconografía tradicional, porta un manto rojo de armiño y el frasco de sus afeites. Por su parte, san Nicolás de Bari o de Myra celebrado en Oriente y Occidente realizó diversos milagros, relacionados con la concepción trinitaria: salvó de la miseria y de la prostitución a tres jóvenes doncellas, a cuyo padre arrojaba zapatos o bolsas de oro por la chimenea. El padre espió por la ventana y descubrió a su benefactor, a quien agradeció su caridad. También es sonada la leyenda que cuenta que Nicolás devolvió a la vida a tres niños pequeños, asesinados por un hostelero para dar de comer a su hambrienta comitencia.
Esta obra de Vanni recuerda, por las expresiones de los rostros, la dulzura pictórica desarrollada por Duccio di Buoninsegna (c 1260-1319).
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