La pintura representa a un pueblo serrano de arquitectura colonial (evidente en los balcones, los techos de tejas, la plaza y la iglesia), cerrado al fondo con la omnipresente cordillera.
En primer plano se aprecia a una familia campesina donde la figura dominante es una mujer, quien es la única de los personajes que lleva calzado cerrado. El grupo familiar transmite tranquilidad y armonía. Los tres miembros sentados en los escalones de lo que podría ser su vivienda lucen relajados, componiendo una especie de pedestal que destaca la figura erguida de la mujer. La luminosidad en el otro extremo de la plaza y en los cerros del fondo pareciera proyectar un futuro auspicioso y pacífico. El sentido de comunidad es aportado por otra mujer, que a lo lejos cruza la plaza llevando un jarrón.
La pintura no retrata, como otras de temática campesina, una fiesta local, un momento de conflicto o a un personaje arquetípico. Transmite una escena cotidiana, que invita a imaginar la vida local.
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