Inmaculada Concepción acompañada por los santos José con el Niño, Ana, Francisco de Asís, Gertrudis la Magna, Antonio de Padua y Domingo de Guzmán, bajo la protección de la Santísima Trinidad. Las religiosas «calzadas» que no seguían el voto de pobreza portaban sobre su hábito, el día de su profesión de fe o en las fiestas importantes, escudos de monja. Se sabe que sólo las «esposas de Cristo» en el Nuevo Mundo los llevaban; formaban parte del hábito de las religiosas como protección contra las tentaciones de la vida mundana. La lámina de vitela o cobre predominó y eran enmarcados con carey. La Purísima Concepción destaca en las pinturas; también es común encontrar a la Virgen de Guadalupe o pasajes bíblicos, como en el escudo de sor Juana Inés de la Cruz con la escena de la Anunciación.
Virginia Armella afirma que, salvo prueba en contra, únicamente las concepcionistas y jerónimas utilizaron estas pinturas de tamaño reducido –circulares u ovaladas– sobre láminas de marfil o metal, pues los retratos de religiosas de otras órdenes no los muestran.