Interior de un obraje con la presencia protectora del Espíritu Santo y el arcángel san Miguel

La actividad textil fue una de las más importantes durante el periodo novohispano. Inició a partir de 1526, cuando los españoles introdujeron los primeros rebaños de ovejas.
La única imagen del interior de un obraje textil en ese periodo que se conoce hasta hoy es la realizada por Carlos López hacia mediados del siglo XVIII.
El modelo gremial establecía una distinción en cuanto a rangos: maestros, oficiales y aprendices. La fabricación de telas requería una serie de especialistas: desde cardadores, canilleros y prestadores, hasta hilanderos, tejedores y tintoreros. Este cuadro muestra la división laboral: el patrón o mayordomo supervisa la labor de un tejedor y su ayudante, y de un hilandero que manipula una rueca de mano. Todos se encuentran en torno a un enorme telar de pesas, rodillos, poleas y pedal de madera.
Aunque es extraño que la escena no muestre ningún accidente, el investigador Gustavo Curiel considera que estamos ante un exvoto por la presencia de dos figuras celestiales: san Miguel arcángel, protector de los comerciantes, y el Espíritu Santo.
Podría ser un cuadro de patronazgo, una pintura votiva expresamente dedicada a la devoción de Miguel Prieto, posiblemente del personaje que, vestido de azul, preside la escena.