En 1908, Renoir habitó en la casa Les Collettes en Cagnes, Francia. Muchos de sus paisajes desde entonces se centraron en este lugar y los alrededores. Aunque los dolores por la artritis se agudizaban cada vez más, Renoir solía decir: Es con mi pincel… que amo, y se lo ataba a las muñecas y manos. El cuadro dedicado al parque de las mimosas se ilumina con flores amarillas de toques anaranjados; en medio del camino un par de personajes se funde con la vegetación. El espesor de las figuras ha disminuido y la luminosidad ha aumentado. De uno de sus propósitos en paisaje, Renoir decía: Me bato con mis figuras hasta que no son más que uno con el paisaje que les sirve de fondo y quiero que se sienta que no son planos, ni mis árboles tampoco. Por otra parte, la obra también testimonia su aprecio por el campo; en Cagnes impedía que los jardineros cortaran la hierba para mantener un ambiente rural. Retrató la casa de Les Collettes en diferentes ocasiones acompañada de los olivos y siempre en atmósfera cálida. La obra está reseñada en el volumen cuarto del catálogo razonado del artista por François Daulte.