Lambert Lombard tuvo como preceptor al flamenco Arnold de Beer (1490-1542). Hacia 1529 aparece documentado con taller propio y al servicio del cardenal Érard de la Marck (1472-1538), quien fue además príncipe-obispo de Lieja. En 1533 el artista se estableció en Igel, entonces parte del Sacro Imperio Romano Germánico, en la que recibió una notable influencia de la pintura germana.
Junto con el cardenal Reginald Polus viajó a Roma en 1537, donde entró en contacto con Paulo III, el gran promotor de la Contrarreforma católica. Luego del deceso de Marck, regresó a Lieja adonde permaneció hasta su muerte. Con tres matrimonios y padre de cinco hijos, Lambert fue un importante mentor de otros artistas tales como Frans Floris de Vriendt, Hubert Goltzius y Dominique Lampsone.
La pintura del maestro se caracterizó por soluciones que marcaron el tránsito del Renacimiento al Manierismo, en el que la indumentaria, arquitecturas y paisaje se invisten de particular efectismo para narrar pasajes religiosos o civiles.
Debido a su cercanía con la obra Lamentación que resguarda la Biblioteca de la Universidad de Varsovia, Polonia, esta Crucifixión inconclusa ha sido atribuida a los pinceles de Lombard por el historiador de arte neerlandés Luuk Pijl. La ausencia cromática en la indumentaria de los personajes y los planos lumínicos que no fueron resueltos en su totalidad, evidencian que se trata de las líneas del dibujo preparatorio de la pieza final.
El escenario descrito con esmero muestra una ciudad de evocación clásica en el segundo plano, al tiempo que exalta al grupo de mujeres ataviadas a la usanza del quinientos integrado por María Salomé y María Cleofás, quienes rodean a la Virgen casi desfallecida en los brazos de Juan Evangelista. María Magdalena extiende las manos con azoro mientras contempla al centurión Longinos clavar la lanza sagrada en el costado del Mesías.
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