Educado en Venecia, un mundo de exotismo y riqueza se desborda en los lienzos de Pitati. Se sabe que nació en Verona, de ahí el sobrenombre Veronese. Si bien de su vida se conoce poco, la obra habla de un estilo veneciano en toda su vitalidad. La Sacra Conversación sigue un modelo pictórico creado por Jacopo Negretti, el Palma, maestro de Bonifazio Veronese, que retrata un ambiente apacible y el encuentro entre algunos santos con la Virgen, mientras ella sostiene al Niño sobre su regazo. En formato apaisado, los personajes escuchan sentados o de rodillas, ya que de otra forma no cabrían en el lienzo. La Virgen María, enmarcada por las miradas de los otros, es la figura predominante de la composición. El dibujo del autor no presenta el manierismo alargado del Parmigianino o del Greco, más bien se distingue por las formas sólidas de corpulencia masiva de su maestro. La sensación efectista la consigue con el color, en los tonos intensos que llenaron su paleta.
En la escena –investigada por Berenson en Pintura italiana del Renacimiento – aparecen la Virgen y Jesús con santa Dorotea, quien ofrece una canasta con rosas y manzanas, su atributo iconográfico. También aparecen Juan el Bautista, niño, y san Juan Evangelista, así como Tobías con el pez, acompañados del arcángel san Rafael. El paisaje del fondo refiere al milagro del campo de trigo, un relato apócrifo sobre la Huida a Egipto. La Sagrada Familia pide a un campesino que cuando lleguen los soldados de Herodes a buscarlos les diga que los vio pasar en el momento de la siembra. En ese instante se produce el milagro y el trigo crece hasta quedar maduro. Cuando los soldados llegan detienen la persecución pensando que hace muchos meses la familia se marchó. En las obras de Bonifazio di Pitati confluyen escenarios de vegetación espesa, el lujo de las telas orientales y el colorido particular del sol veneciano.
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