Creo en la contemplación de la naturaleza como en una especie de ritual, me interesa la transformación de la experiencia humana a través de su capacidad de percepción y relación con conceptos como belleza, fragilidad y profundidad. La experiencia artística del paisaje tiene la marca de la subjetividad. Para su existencia es necesaria la presencia de un observador capaz de experimentar de manera consciente un fragmento de la naturaleza como un fragmento del alma, hay algo que se produce cuando encontramos una conexión emocional con nuestro entorno y ese es el punto de partida de esta serie de fotografías. Entonces, mi intención no es la de capturar un paisaje sino encontrar un sentimiento, una emoción que me sirva de anclaje a ese momento, esto me impulsa a pasar de un mero acto contemplativo a transformar con mis manos y mi gesto aquello que estaba afuera y ahora está dentro mío, transformando mi propia realidad.