La obra de Gil de Castro ejemplifica la forma particular de proceder en la representación del cuerpo humano de los pintores de finales del virreinato y de inicios de la República, quienes no habían conocido las técnicas de pintura académica que imperaban en Europa, donde los artistas se sumergían en métodos, tratados y un conocimiento empírico y sistematizado sobre anatomía. Gil de Castro, proveniente de una familia afroperuana, ascendió socialmente gracias a su talento, en medio de cambios ideológicos y políticos.
El retrato de Lorenzo del Valle y García Robina (1804-1854), hace referencia a un acaudalado hacendado limeño. Aquí el personaje está representado en tres cuartos sobre un fondo neutro verdoso. El artista ha logrado captar la carga psicológica del modelo, mientras que el cuerpo y el traje que lo cubre han sido estilizados convencionalmente. Sin embargo, destacan ciertos detalles en el traje, elementos que el artista abordaba con minuciosidad, tales como los botones, los pliegues y las costuras.