Lucas Cranach, el Viejo, toma de Kronach, Alemania –donde nació en 1472–, su segundo nombre. Cranach fue un destacado xilógrafo y grabador que, entre 1505 y 1520, conformó junto con Durero, Altdorfer y Holbein la época de oro de la estampa alemana. Sus lienzos y tablas fueron muy buscados.
Aquí, con lenguaje manierista, contemplamos a la heroína romana que, violada por Tarquino, el hijo del último rey de Roma, se suicida. En esta representación destacan el dolor y erotismo del episodio, en el cual se aprecian velos, pieles, joyas y tocado como en ninguna otra efigie de este emblema de la virtud. Hay un alarde de maestría en la ejecución de las transparencias y en el cuidadoso trabajo de los vestidos que cubren y descubren el cuerpo de Lucrecia. Estamos frente a la culminación de la historia: el suicidio con un filo que penetrará su cuerpo. En su fisonomía y actitud, conserva todo lo que distingue a las hermosas mujeres de Cranach: la torsión del cuerpo en un movimiento espiral que atisba un himno a los trazos circulares: rizos, rostro, senos y vientre.
Para Alfonso Pérez Sánchez, en esta composición colaboraron los dos Lucas Cranach, padre e hijo; la más próxima a esta versión es la Lucrecia de Lucas Cranach, el Viejo, que se conserva en el Museo de Arte de Basilea.
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