Bustos nunca salió de su tierra natal, tomaba referencias de la cultura oriental y europea para confeccionar sus ropas y sombreros; también coleccionaba artículos extraños. Fue nevero, ebanista y retratista, sus múltiples oficios le dieron un lugar respetable dentro de su comunidad. Se convirtió en el pintor del pueblo.
La lámina de Matías Aranda, de fondo oscuro, muestra al protagonista de edad madura. Con barba larga y blanca resalta el gesto de la mano firme que sujeta un bastón. La mirada profunda muestra su férreo carácter y sabiduría. En el reverso la inscripción: «EL SOR. MATIAS ARANDA […] Se retrató el 14 de Otbre. 1892./ Su estatura/ una vara, 31 y cuatro pulgada […]».
A partir de 1885, siguió los lineamientos del daguerrotipo y cambió el rectángulo por el óvalo. La figura de Matías fue compuesta dentro de una elipse, y en algún momento se cubrieron los bordes.
La carga psicológica de sus obras resultó sorprendente para artistas como Roberto Montenegro (1887-1968) y Diego Rivera (1886- 1957). Esto dio lugar a que sus cuadros formaran parte de exhibiciones en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (1940) y en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad México (1951).
A partir de la revisión del acervo documental de Raquel Tibol, donado a Fundación Carlos Slim, se precisó que esta obra perteneció a la familia Aranda hasta la década de 1980. En 1998 ingresó a la pinacoteca de Museo Soumaya.