Miguel Cabrera fue uno de los pintores novohispanos más destacados y prolíficos. Inició su aprendizaje en Oaxaca y lo continuó en la Ciudad de México en el taller de Juan Correa.
Los biombos llegaron de Oriente y con el tiempo también fueron realizados en Nueva España y otros virreinatos. La mitología fue un tema con el que se adornaron dormitorios y rodaestrados; en los últimos la señora de la casa recibía a las visitas, y podían ser tan amplios que de fondo contaban con cortinajes, tapices y biombos de múltiples hojas. Esta obra, por ser de pocas hojas y altura baja, debió ser parte del mobiliario de la recámara.
La escena fue reinterpretada por Cabrera a partir de un grabado de Bernard Picart (Ámsterdam, 1732), sólo que el pintor modificó el mito original, y en lugar de que Meleagro entregue la cabeza del jabalí a Atalanta, la ofrecen ambos a Diana, quien se distingue por sus atributos: el arco que sostiene en su mano derecha y la luna que corona su tocado de flores y joyas. A diferencia del grabado, la pintura en el biombo tiene como fondo una vegetación espesa, ejecutada de manera impecable por el pincel de Cabrera.
El artista oaxaqueño da amplitud a su paleta y sobre el lienzo lleno de color destacan rojos, azules y verdes. El lujo y la ornamentación de los vestidos confluyen en esta obra novohispana excepcional.
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