Entre las sociedades norteñas del antiguo Perú se creía que los lobos marinos llevaban a los muertos hacia el mundo interior. Es posible que ciertas embarcaciones también fueran usadas con ese propósito. En esta cerámica vemos una embarcación en forma de pez, que es tripulada por un personaje con grandes colmillos. Él no está solo, sino acompañado de dos personajes cautivos desnudos. Uno de ellos tiene un tubo en el cuello, lo que indica que ha sido sacrificado y que su sangre será ofrecida a algún dios, probablemente en las islas guaneras.