Maqueta

Reconstrucción ideal de unas termas públicas romanas, para las que se han tomado como modelo las termas del yacimiento arqueológico de Los Bañales, en el municipio de Uncastillo, provincia de Zaragoza. Incluye dos reproducciones: una a escala 1:40 y otra a escala 1:200.

A gran escala se muestra todo el exterior del edificio, incluida la cubierta. Se trata de un conjunto de estancias poligonales, adosadas entre sí, de diversos tamaños y con diferente tipo de cubierta: bóvedas y tejados a una o doble vertiente.

A pequeña escala se muestra una reproducción parcial de las termas, con las estancias descubiertas para que se pueda observar el interior de las salas e incluso las infraestructuras subterráneas. Cada habitáculo muestra la estructura interior propia de su función: la sauna es una pequeña sala de planta cuadrada; la sala caliente (caldarium) y la fría (frigidarium) son espacios de mayor tamaño, de planta rectangular y con piscinas, elevada sobre escalones en el primer caso y rehundida en el pavimento en el segundo; también planta cuadrada posee la sala templada (tepidarium) y el vestuario (apodyterium), una habitación amplia con una banda perimetral corrida sobre la que se disponen las hornacinas para dejar la ropa y un banco corrido destinado a sentarse para el cambio de calzado. Salas de menor tamaño son la recepción y la sala de abono de los servicios. Anexo, el cuarto de los hornos, que comunica con el resto del edificio a través de cámaras de aire bajo los suelos (se detalla la disposición constructiva del hipocaustum bajo el caldarium y el frigidarium) y entre las paredes.

La maqueta cuenta además con otros recursos explicativos incorporados a la propia arquitectura del edificio: la presencia de cuatro figuras humanas, en diversas posiciones, permiten identificar con mayor facilidad la función y uso de algunos espacios, mientras que once placas metálicas, distribuidas en puntos claves y marcadas en alfabeto español y braille, indican la denominación de las estancias y otros datos de interés general. Externa a la propia maqueta, pero vinculada directamente con su contenido, se dispone de una locución en español, activada por control remoto, de cinco minutos de duración en los que se va describiendo la arquitectura y función de las termas representadas.
Las termas públicas en el mundo romano contaban con gran aceptación y eran edificios indispensables en todas las ciudades, a pesar de que las villas y las casas de las familias pudientes tuvieran termas privadas en sus domicilios. Estos baños comunales eran un servicio muy demandado y, aunque eran de pago, las tarifas establecidas eran moderadas y en muchos casos simbólicas. El público de las mismas era también variado y acudían personas de diferentes niveles sociales y de diferente sexo, aunque los hombres y las mujeres nunca compartían los mismos espacios a la vez: si las termas eran grandes, tenían dividión de departamentos, y si eran de tamaño medio o pequeño, se establecían días u horarios diferentes para cada uno de los sexos. Los baños representados en esta maqueta tendrían en la realidad un aforo aproximado de unas cincuenta personas, lo que para la época serían unos baños públicos de tamaño medio.

Centrados en este edificio, el ingreso se realiza a través de una puerta de tres arcos que conduce, mediante escaleras, a una sala de espera y a la habitación donde se abona el uso de las termas. Una gran puerta da paso al vestuario, desde donde puede accederse a las distintas salas de baño. Los usuarios de las termas tenían la posibilidad de seguir distintos recorridos por sus salas, dependiendo del gusto personal de cada uno: En la sauna, una sala de pequeñas dimensiones, se daba un ambiente de intenso calor apropiado para sudar; la sala caliente disponía de piscina y se destinaba a una limpieza de la piel en profundidad; la sala fría también tenía una piscina, en este caso destinada a los baños tonificantes; y la sala templada estaba destinada a relajantes masajes, aplicación de aceites y ungüentos, peinarse y acicalarse.

Elementos indispensables para la visita a los baños eran todo un variado instrumental de aseo personal, como espejos, peines, rascadores, ungüentarios... y sobre todo un calzado especial con suela gruesa de madera, ya que las altas temperaturas de las paredes y del suelo hacían necesario su uso para evitar quemaduras en los pies.

Las elevadas temperaturas de las estancias calientes y templadas se conseguían mediante un sistema de calefacción llamado hipocausto. Se trata de una infraestructura de canalizaciones y cámaras huecas, construidas bajo el suelo y en las paredes del edificio, por la que circula el vapor de agua caliente procedente de unas grandes calderas de metal depositadas sobre unos hornos continuamente alimentados de leña por los fogoneros.