En un clima de búsqueda de consenso generalizado en España y cercana la fecha del referéndum constitucional de diciembre de 1978, el presidente de la Junta de Andalucía, propuso a todos los partidos, incluidos los extraparlamentarios, la firma de un pacto por Andalucía. Considerado como uno de los documentos más importantes de la historia reciente de Andalucía, aunque muy genérico en algunos aspectos en aras de conseguir el máximo apoyo, significó un punto de partida del que ningún partido político podría desmarcarse sin correr el riesgo de pagar un elevado coste, como comprobaría algún tiempo después Unión de Centro Democrático.