Par de azulejos por tabla de arista con motivos de ramas entrelazadas que forman medallones cuatrilobulados entre motivos vegetales. En el centro, una grulla con filactería en la que aparece una leyenda. Sobre fondo blanco, colores azul, verde y melado.
El azulejo de arista supuso una simplificación del proceso de fabricación del azulejo mediante la aplicación de una matriz que mecánicamente imprime el relieve sobre el barro, lo que supuso el incremento de la producción y su abaratamiento. Este proceso ya se había experimentado con la cuerda seca hendida, ya que el relieve producido por la impronta era a veces tan aristado que hacía innecesario el empleo del manganeso. La producción de azulejos de arista parece que se inicia a finales del siglo XV, aunque hay piezas más antiguas, y suspuso un enorme incremento en la productividad favorecido por la rapidez de ejecución. Se usaron tanto para pavimentos como para techos, y sobre todo, zócalos.
El uso de piezas de cerámica para decorar techos envigados, conocidos como azulejos por tabla, tiene su precedente en los ladrillos visigóticos de relieve sin vidriar. A partir del siglo XVI se decoran normalmente con el procedimiento de arista o con motivos en relieve, dejando dos bandas estrechas en sus extremos menores, lisas o en relieve de espiga, para apoyar sobre las vigas. La variedad de motivos detectable es inmensa: esquemas geométricos se combinan con elementos vegetales o sirven de marco a emblemas de apellidos, atributos de santos o a simples animales.
En el caso de este ejemplar representa una grulla y cuenta la leyenda que cuando estos animales dormitan en grupo, una de ellas vigila mientras mantiene en una de sus patas una piedra que haría ruido si cayera al quedarse también ella dormida. La filacteria que sostiene en el pico con el texto "vigilantibus" alude a esa misión encomendada. El animal adquiere así un carácter alegórico-didáctico y se convierte en metáfora del buen cristiano.