Los artistas viajeros del siglo XIX se dejaron cautivar por las vistas que les presentaba una tierra desconocida. Con sus paisajes aportaron una nueva mirada de México. Fue el caso del alemán August Löhr, quien interpretó el entorno y lo reforzó con un imaginario europeo.
Una lista numerosa de pintores y científicos extranjeros muestra el interés que estos tuvieron por descubrir el territorio, del cual dejaron constancia en sus obras. La razón de dicha tendencia la da el escritor Carlos Fuentes: el escándalo de los colores mexicanos, la pintura mutante de la naturaleza, la perfección, la armonía tan deseada y la paz de los elementos.
Su obra Paisaje nocturno del Valle de México retrata una escena teatral de los emblemáticos volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Protectores de los campesinos en sus pequeñas chozas en el campo, enmarcan a la luna que destella entre nubes aborregadas.